domingo, 10 de enero de 2021

SOBRE EL VALOR ABSOLUTO DE LA RELATIVIDAD

 


Últimas migajas de las fiestas navideñas. Anoche, delante del Teatro Municipal del Pireo, todavía con las iluminaciones del caso.

 

hurrah! por fin ninguno
es inocente

Juan GELMAN

 

Un sesudo analista del CSIC augura que el mandato presidencial de Joe Biden va a hacer bueno a Donald Trump. Un amigo de facebook está dispuesto a retirar su confianza al gobierno progresista de coalición si no es capaz de solucionar el conflicto de la Cañada Real, del que solo tiene noticia a través de la prensa porque vive a muchos cientos de kilómetros. Una parte del gobierno, por lo demás, reclama perentoriamente a Pedro Sánchez una empresa eléctrica pública, capaz de suministrar energía barata para todos, y gratuita para quienes no pueden pagarla. Si no es posible crear una de nueva planta en esta emergencia, siempre cabe la posibilidad de nacionalizar una de las existentes, por la brava.

El núcleo del problema, evaluado a vista de pájaro, es la ausencia de superpoderes en la izquierda, lo cual la convierte en una fuerza dudosamente fiable. O visto desde otro ángulo, que hemos sido víctimas de un engaño porque el Gobierno no son los Reyes Magos, y nosotros esperábamos de él más, muchísimo más.

El corolario de una posición sentada en tales términos sería que, dado que la izquierda carece de fuerza ─o de voluntad, o de fuerza de voluntad─ suficiente, no queda más remedio que refugiarse en el cómodo regazo de la derecha. Se insinúa que emperrarse en una vía de izquierda carente de solvencia y de garantías blindadas, podría ser peor a la larga que una sólida política guiada por el potente faro de la derecha de siempre, avalada en su buen hacer tradicional por el crédito inextinguible del gran capital. Nadie lo propone con estas palabras, es claro; ahí lo dejan, para que saquemos nosotros mismos las conclusiones.

Hay una mirada telescópica para examinar determinadas fechorías, y otra microscópica con la que examinar algunas insuficiencias de la contraparte. Es un doble rasero, hablando claro; pero se prefiere llamarlo con nombres más prestigiosos: escepticismo, relativismo, equilibrio, independencia de criterio, insobornabilidad, ponderación de juicio.

Qué le vamos a hacer. Recuerdo que a un nadador olímpico mexicano nacido en Aguascalientes pero que vivía en Riofrío, lo llamaban el Tibio.