lunes, 18 de enero de 2021

BALADA DE LOS VOTOS DE ANTAÑO

 


Fieras devorándose mutuamente, relieve bizantino, Atenas.

 

En la parábola evangélica de los talentos, el siervo que había recibido tan solo uno del señor que había de estar ausente por un tiempo, lo enterraba en el suelo para estar seguro de no perderlo. Resultó, en cambio, la manera más segura de perderlo: el señor, a su vuelta, montó en cólera, se echó a la faltriquera el talento desenterrado y arrojó al siervo a las tinieblas exteriores, fueran estas lo que fueren.

No soy un fan del evangelista Mateo, pero la actitud que describe es asimilable a la de las diferentes opciones políticas catalanas que han acordado retirar las urnas sine die por miedo a perder cada cual lo que ahora tiene.

Se atesoran los votos de antaño como si fueran amuletos contra el mal de ojo, mientras el mal de ojo se ceba una y otra vez en las flaquezas de una Cataluña que a saber cuándo tornarà a ser rica i plena. No hay trazas por ninguna parte de que tal cosa pueda ocurrir, no habrá “brotes verdes” si primero no se ponen las urnas, se pasa página de la pesadilla y el marasmo, se renuevan los mandatos caducados (sí, también el del Síndic de Greuges) y se emprende la marcha hacia alguna de tantas Ítacas posibles, al alcance después de solo unos días de navegación si el timón se tiene firme y el trayecto queda estipulado con claridad entre los navegantes.

Oigan, la porción de voto que atesora cada cual no tiene ya ningún valor en este momento; tenía fecha de caducidad, y está ya sobrepasada. Quienes echan pestes de la política habrán de considerar ahora los males de la ausencia de política, el vacío sobrecogedor que se está adueñando de las instituciones mientras nos rondan como buitres los escuadristas de dos facciones teóricamente enfrentadas pero idénticas a sí mismas, los CDR de la Meridiana y los fachas de Pallejà.

La degradación continúa sin descanso, alargar los plazos y paralizar el calendario después de “salvar” las navidades y mientras se van abriendo las pistas de esquí y los comercios, no arregla nada. No habrá presupuestos para este año, los millones de Europa no llegarán, Cataluña quedará marginada en ese lugar incierto que Mateo describía como “tinieblas exteriores”, y allí, como quedó escrito en su evangelio, «será el llanto y el crujir de dientes».

Espabilen, si no es mucho pedir. Echarnos la culpa a quienes hemos votado, votamos y votaremos un No a la independencia unilateral, no va a arreglar nada. Cocerse en el caldo propio será siempre una alternativa peor.