domingo, 1 de mayo de 2022

DESPRESTIGIO DEL ANTISINDICALISMO

 


La multinacional Amazon no ha conseguido evitar la constitución de un sindicato en su macroalmacén de Staten Island, Nueva York. Se trata de un suceso reciente, del primero de abril de este año 2022. Los trabajadores han optado por defender ellos mismos sus derechos, ya que la dirección de la empresa había hecho caso omiso de las reglamentaciones relativas a la prevención de riesgos laborales durante la pandemia.

Un trabajador fue despedido debido a sus reclamaciones insistentes, y ha sido precisamente él, de nombre Small (Pequeño), quien ha girado la tortilla y abierto las puertas a un sindicato local, el primero en Amazon.

Sindicato es, en una definición escueta, organización para la autodefensa colectiva de los trabajadores asalariados. Puede funcionar mejor o peor, no existe en ninguna parte una garantía de éxito, pero la experiencia de dos siglos certifica que incluso una mala defensa es mejor que ninguna.

Vean lo que ocurre con las consultorías. Las jornadas habituales, nos dice una información reciente aparecida en el diario.es, van de nueve a nueve, salvo en picos de trabajo especiales, en los que pueden ampliarse por tiempo y de forma indefinidos.

Cuanto mayor sea la prosperidad de la empresa, más numerosos serán también los picos. Dada la flexibilidad de las nuevas tecnologías, el trabajador puntilloso y deseoso de hacer méritos no se desenganchará nunca de su puesto de trabajo, sino que le seguirá dando al computer en su hogar, robando horas de sueño, de reposo, de conciliación familiar. En el artículo se menciona a un trabajador que expiró después de trabajar sin descanso durante 72 horas seguidas. Supongo que la consultoría respondería de los gastos de entierro, y que este se celebró, como es lógico, sin interrumpir el delicado proceso de trabajo en el que estaba sumergida la plantilla. No hubo luz al final del túnel.

La fecha del Primero de Mayo, hoy mismo, viene a recordar la necesidad de que los trabajadores nos organicemos nosotros mismos para la defensa de nuestros intereses. Si no lo hacemos, nadie más lo hará. Es un lugar común desde hace muchos años que los sindicatos estimulan la pereza y la falta de iniciativa de sus afiliados, que además gozan de privilegios absurdos respecto de sus sufridos compañeros que prefieren no afiliarse y confiar a pies juntillas en las promesas del departamento de recursos humanos. Las primeras uniones sindicales en la Gran Bretaña fueron condenadas en los tribunales como conspiración para alterar el precio de las cosas. Hasta ese punto se consideraba “natural” el mecanismo del mercado, y sacrílego el intento de conseguir un reparto más equitativo de los beneficios de la producción.

Los sindicatos son, así pues, un dique al desbordamiento de las desigualdades que el monopolio organizativo del capital crea en la producción y en la distribución de bienes y de servicios. Un dique insuficiente por lo general, pero más eficaz si existe una gran participación, si la ley laboral es adecuada, si hay instancias administrativas competentes que controlan el cumplimiento de lo dispuesto, si los tribunales laborales castigan de forma severa los abusos y los incumplimientos.

Son muchos problemas y no se van a resolver, tampoco, este año que viene. Seguirán ahí, y habremos de seguir haciéndoles frente. Alguien dijo que la historia de la humanidad es la de la lucha de clases. No vale en ningún caso ocultar el problema, sino organizarse para enfrentarlo.

Lo han entendido a la perfección los trabajadores del almacén de Amazon en Staten Island, Nueva York, que acaban de constituir la ALU, Amazon Local Union. Feliz Primero de Mayo a ellos y a todos nosotros.