Vistos desde la
distancia, los últimos movimientos en Catalunya obedecen en mayor o menor medida a
reorganizaciones tácticas consecuentes a un cambio de frente en el territorio
de las derechas.
La novedad parece
consistir en una amplia maniobra de flanco del Partido Popular con la idea de
contrarrestar, y de ser posible frustrar, la resistible ascensión de Ciudadanos
en todo el territorio del Estado, y de su líder Arrimadas en la autonomía
intervenida, después de las elecciones del 21D.
No se me ocurre
otra manera de interpretar tres iniciativas que bien podrían ser calificadas de
avanzadillas para un posterior despliegue:
1) El ministro de
Hacienda Cristóbal Montoro ha señalado las bonanzas del artículo 155 como las
responsables de que la economía catalana no haya caído en picado, a pesar del desgaste
sufrido por los desatinos independentistas. Uno no alcanza a ver dónde han
estado tales bonanzas, ni de qué forma han actuado en la ocasión para producir
tales resultados. Una estimación ponderada alternativa iría en la dirección de
estimar que el relativo sostenimiento de la economía de Catalunya se ha debido:
a) para los creyentes, a que la divina providencia (ningún parecido con
Montoro) lo ha dispuesto así; b) para los escépticos o los laicos, a la fuerza
inercial o velocidad de crucero adquirida desde años atrás, y en particular a
una mejora sensible de las exportaciones.
2) El candidato
popular a president, señor García
Albiol, ha tachado a Arrimadas de cobarde por no postularse para el gobierno a
pesar de ser la opción más votada. Resulta chusco que el sheriff Albiol se descuelgue con bravuconadas de cantina del Far
West, sabiendo cómo está el percal (difícil para C,s conseguir apoyos después
de una campaña tan traumática) y sabiendo además cuáles son sus propios
resultados, con tan solo cuatro escaños, el último de ellos arrebatado por los
pelos gracias al voto exterior.
No es muy
comprensible, dicho sea de pasada, que voces desde Ferraz se hayan sumado a la
crítica de Albiol a Arrimadas, después de atizar por lo bajini a Iceta por su
propuesta de amnistía. Se diría que el PSOE aspira de forma vergonzante a
convertirse en el recambio a medio plazo de la derecha dura en el gobierno, descartando
cualquier opción que suponga salirse mínimamente del perímetro de lo estatuido
por los poderes de hecho.
3) El mapa de una república de Tabarnia, nacida de la secesión de una eventual República independiente de Catalunya por parte de las comarcas barcelonesas y
tarragoninas que han votado mayoritariamente por opciones no independentistas,
aparece a primera vista como una broma cachonda, un recurso irónico para reducir al absurdo la pretensión
separatista. Pero ha sido recibida con una atención curiosamente insistente por los medios de comunicación, y en su actual avatar podría comportar algunas cargas de profundidad. La idea de fondo
podría ser la de aislar a la periferia exaltada y
dibujar una confrontación física, territorial, una “guerra de posiciones”, entre
el sí y el no a la independencia.
Es siempre la
historia del nosotros y el ellos. Pero ocurre justo en el momento siguiente a aquel en el que los
artículos editoriales de los grandes medios llamaban a la reconciliación, a
restañar heridas y tender puentes entre el sí y el no.
Pero la reconciliación es imposible si se descarta la amnistía y se amplía la imputación de políticos/as por los hechos del 1-O y jornadas sucesivas.
A la vista de los
síntomas enumerados, se diría que la línea de actuación del Partido Popular sigue basada en la disciplina inglesa (el látigo de nueve
colas, aclaro para quienes no hayan captado la metáfora) y en la exhibición cada
vez más cruda de una vocación centralista y autoritaria.
Las izquierdas,
mientras tanto, siguen donde solían y dan la sensación de un desconcierto
absoluto. Sus líderes ni siquiera parecen estar seguros de por dónde les han venido las
bofetadas. Al respecto, recomiendo la lectura de las breves consideraciones de
Gabriel Jaraba y José Luis López Bulla (ver en http://lopezbulla.blogspot.gr/2017/12/limpiar-el-patio-o-cambiar-las-cosas.html).
Se puede decir más, pero no más claro.
Se puede decir más, pero no más claro.