domingo, 21 de febrero de 2021

PATINAJE SOBRE HIELO



Henry RAEBURN, ‘El Reverendo Robert Walker patinando en Duddingston Loch’ (The Skating Minister), 1795, Galería Nacional de Escocia.

 

El Reverendo patina sobre una fina capa de hielo con airoso estilo y plena confianza en sí mismo, pero una grieta oculta podría inmortalizarlo en mitad de una de sus elegantes piruetas. Esa es la situación aquí y ahora mismo. Un gobierno progresista en trance aún de consolidación, un sudoku con muchas incógnitas por resolver en Cataluña después de unas elecciones autonómicas a cara de perro, un lento y contradictorio proceso de consenso social en torno al nacimiento de una nueva generación de derechos para las personas, y simultáneamente una emergencia neofascistoide inducida, que apunta al corazón de una democracia que se está devaluando, desde foros y tribunas de orientaciones diferentes, al adjetivarla de “democracia de mierda”.

Oigan, si lo que tenemos es una democracia de mierda, yo la prefiero netamente a una mierda sin democracia. Estoy dispuesto, ahora y siempre, a movilizarme a favor de la democracia, a sabiendas de que no es perfecta; no defenderé en cambio la mierda, por perfecta que la pinten.

El problema no es entonces la defensa de la libertad de expresión, el problema es dar tanta cancha a la libre expresión del odio social. Justificar el veneno, y criticar en cambio la aplicación diligente de los oportunos contravenenos. Eso sí es anormalidad democrática. Piensan algunos que la democracia no necesita ser protegida, que es posible patinar indefinidamente sobre el hielo porque ninguna pedrada, ningún fuego, ningún deshielo repentino arruinará de pronto la delgada capa sólida sobre la que ellos evolucionan con la ambición de aprovechar el impulso para asaltar los cielos y ocupar con un golpe de mano audaz el centro del tablero.

Esto sí es una batalla. El fin no justifica los medios. La democracia necesita combatir activamente cualquier  movimiento, manifiesto o solapado, generado en las covachuelas oscuras de la Antipolítica. "Convivir" con esta, como se predica, no puede ser de ningún modo recomendable.