lunes, 1 de febrero de 2021

UNA MARCHA EUROPEA MÁS


Mar picada y nubarrones espesos sobre Poldemarx. Será que estamos en campaña electoral (foto, Carles Rodríguez)

 

Se estila en la retransmisión de partidos de fútbol decir que determinado equipo necesita “meter una marcha más” para desnivelar el marcador. Algo así está haciendo falta en la actual campaña. Enric Juliana advierte, en La Vanguardia, de la necesidad de plantear propuestas de reconstrucción industrial y de transición energética, como sine qua non para recibir los ansiados fondos europeos. Las opciones indepes no parecen interesadas en el tema; la Cataluña inmemorial les bastaría (el flabiol y la tenora, el dulce remenar de las cireras, el ramat vigilado por los gossos d’atura de la ANC y los CDR), quizá porque creen en la máxima evangélica del “pedid y se os dará”, todo y sabiendo que quien tiene la potestad de dar es justamente el Estado que les oprime y del que quieren absolutamente prescindir.

Oigan, ¿les parece que este es el buen momento, la “ventana de oportunidad” como dicen, para prescindir del Estado?

En el campo de la derecha, el tema se conjuga de manera distinta, pero con una resultante parecida. La intención es hacerse como sea con el mango de la sartén. Macarena Olona, de Vox, ha denunciado la postura de sus conmilitones del PP, que fueron de visita a Bruselas con la intención de bloquear los fondos europeos para “este” gobierno. El intríngulis sería entonces el siguiente: “Ninguna recuperación que no pueda manejar yo a mi gusto” (Casado).

Hay dos inconvenientes serios si el PP mantiene esa postura: primero, que no es probable que Casado alcance la jefatura del gobierno pronto, y menos aún en el plazo de seis meses, que es el borderline marcado; segundo, que todos sabemos ya más o menos cuáles serían sus prioridades para una recuperación de la economía. Por esa precisa razón se promovió en su momento una moción de censura a don Mariano, a quien aprovecho para desear desde aquí un feliz retiro de la dura gobernanza de la nación.

En cuanto a las dos opciones coaligadas que tienen la responsabilidad del gobierno de progreso actual en España, las dos necesitan con urgencia meter esa marcha más a la campaña catalana. Cada una de ellas está siguiendo el tutorial de costumbre: se critican a cara de perro la una a la otra para así tener más fuerza en número de diputados, en el momento de negociar post calendas.

Y se están criticando mutuamente con bastante dureza, a lo que veo en la prensa canallesca y en las redes sociales (canallescas también). Ya sé que todo lo que se dice antes de urna, luego no cuenta, se trata de descalificaciones de baratillo, de usar y tirar, pero óiganme, el electorado es impresionable, tanto gesto feroche de guardarropía acaba por tener un efecto negativo, no ya en el voto a una u otra opción en tanto que “voto útil”, sino en la decisión misma de acudir a las urnas por parte de gente impresionable, que alega: “Si ellos mismos no se entienden…”

Aclaro que tal cosa no me ocurre a mí. Yo lamento que la Santa Junta Electoral haya marcado con un anatema la bigamia de voto. Tengo el corazón partido y quisiera votar tanto a Jéssica como a Salvador, media papeleta para cada uno, me encantan y tengo grandes esperanzas en los dos. Me gustaría verles mejor avenidos, eso es todo, y centrados en los temas que a mí me importan.

Cataluña y España y Europa se necesitan mutuamente; socialistas y comunes se necesitan también. Solo desde esta doble convicción, muy firme, muy interiorizada, será posible meter esa marcha más que lleve a un resultado electoral no arrasador, en ningún caso, pero sí suficiente para poder hacer con diligencia y sin nuevos aplazamientos los deberes que siguen encima de la mesa después de diez años perdidos.