sábado, 24 de abril de 2021

DEMOCRACIA A PALO SECO

 


Retrato de Charles Louis de Secondat, señor de La Brède y barón de Montesquieu, el primero en definir las normas formales imprescindibles en toda democracia.

 

Lo ocurrido en el debate electoral truncado de la Cadena SER da pie a unas cuantas reflexiones. El punto crucial es seguramente determinar hasta qué punto las normas estrictas de la democracia obligan a tolerar a los antidemócratas.

La SER, y la moderadora Àngels Barceló, ofrecieron un micro y un tiempo marcado para expresarse con libertad, a todos los cabezas de lista que pugnan por la presidencia de la Comunidad madrileña. A todos. Se trataba de debatir siguiendo unas pautas precisas, con el fin de que el electorado tuviera una idea más completa y pormenorizada de las distintas opciones a su alcance. La idea y el formato eran irreprochables, y existe una cantidad numerosa de precedentes que los avalan.

Lo inadmisible es lo que sucedió luego. A saber, que Isabel Ayuso, para empezar, no se presentó a la cita. Y visto lo visto, bien porque se sintiera en minoría o porque esa fuera su idea preconcebida, que Rocío Monasterio optara por reventar el debate saltándose todas reglas consensuadas y faltando al respeto no solo a sus rivales políticos sino a la audiencia en general.

Pablo Iglesias fue el primero en abandonar la reunión, acompañado por los gritos de la candidata de Vox: “¡Lárguese de una vez, es lo que estamos deseando!”

No estoy seguro de que Iglesias hiciera bien levantándose de su silla en ese momento, pero sí anticipó y puso de relieve que la atmósfera en el estudio era irrespirable, desde el punto de vista de un demócrata. Le siguieron Ángel Gabilondo y Mónica García, cuando después de un turno de palabras demencial constataron que aquello no tenía remedio. Rocío Monasterio, mientras tanto, apostrofó a Barceló de dictadora y le reclamó a Mónica que no pusiera “cara de amargada”. Tal vez lo que quería con ese reproche es que Mónica imitara a Edmundo Bal, que suplicaba a todos que siguiera el debate para “no hacerle el juego a Vox”. Bal demostró que Ciudadanos no merece ni el 5% necesario para aparecer en la foto.

No habrá más debates electorales en esta campaña. No se discutirá sobre propuestas políticas, algo que sin duda no interesaba en algunos think tanks. Determinadas derechas son partidarias de la democracia para utilizarla, pero no para obedecer el mandato indispensable de rendir cuentas al pueblo soberano.

Pero ¿qué sustancia puede tener la democracia si no hay rendición de cuentas ante los representados, si la papeleta de voto es nada más un cheque en blanco? Eso no llega ni siquiera al nivel de una democracia puramente formal. A Ayuso la estaban acosando con cifras sobre su gestión: lo último que le interesa. Y Monasterio, al margen de sus ínfulas de revoltosa, se postula como fiel escudera y paño de lágrimas de la lideresa reconocida, en una nueva temporada en pantalla panorámica y technicolor, con más alaridos y más desmadre garantizado. Anti política de Sálvame De Luxe.

El antídoto contra tanto veneno político no es otro que democracia a palo seco. Sin cervecitas al anochecer, ni terrazas al aire libre; a palo seco. En caso de necesidad, doblar la dosis.