viernes, 9 de abril de 2021

ORGANIZAR LA PARTICIPACIÓN


Nadia Urbinati.

 

El número 21 de la revista digital Pasos a la izquierda salió a la nube en los últimos días del mes pasado. Un bloguero amigo me arrebató en su momento el scoop (1), de modo que me dediqué para mi propio provecho a leer cuidadosamente los contenidos: entrábamos en la semana llamada santa, tiempo tradicionalmente dedicado a la lectura. Yo había anticipado en su momento una reflexión particular sobre el único texto de la revista en el que tuve una participación directa, como traductor: un análisis sobre la participación sindical en la victoria electoral de Joe Biden, que sugería la existencia de cambios trascendentes en la composición de género y de oficio en las militancias sindicales más aguerridas (2).

Ofrece un gran interés en el último número de “Pasos” el ramillete de artículos de autores “clásicos” con los que se presenta el estado de la cuestión sobre los tiempos del trabajo, que no es exactamente lo mismo que los horarios de trabajo. Pero elijo en cambio para el comentario de hoy el artículo de Nadia Urbinati, amorosamente traducido por Javier Aristu, sobre el campo ideológico de la izquierda (3).

Baso mi elección en una razón particular: no estoy del todo de acuerdo con lo que dice el artículo, pero me parece un instrumento idóneo para abrir un debate amplio sobre la izquierda, sobre el significado actual de este término, sobre cómo se comporta en la realidad y cómo debería actuar en cambio un movimiento político radicado en la izquierda.

No me propongo hacer un comentario extenso; anoto simplemente unas cuantas frases que el lector encontrará en el texto, y ahí las dejo. Son frases, advierto, de un gran peso específico. Obligan a pelear con ellas, son difíciles de descartar o de dejar olvidadas en un rincón.

1. «La ideología ya no une ni divide.» Lo que introduce un corolario crítico sobre el funcionamiento actual de la democracia de los partidos: «Lo que vincula hoy a representantes y representados es solo el momento del voto.»  

2. «La izquierda no puede desempeñar solo el trabajo de gestión de las instituciones. No puede cultivar solo la carrera electoral. Debe ser capaz de organizar la participación.» (La cursiva es mía.)

3. «El destino de la izquierda y el destino de la política van juntos.»

4. «El campo ideológico de la izquierda debe mantener unidos conflicto e institucionalización.» (De nuevo las cursivas son mías.)

5. «El alma de la ideología de la izquierda no es por tanto la igualdad como identidad, sino una forma de desigualdad controlada capaz de generar relaciones sociales y políticas basadas en la libertad de la ciudadanía.»

Respecto del último punto, me recuerda poderosamente los argumentos de Bruno Trentin al analizar las dos banderas de la libertad y la igualdad esgrimidas en la Revolución francesa. Concluía Trentin sobre el tema que la libertad viene primero (y en consecuencia es antes, según la “doctrina Venancio”), y la igualdad no es, como tal, un objetivo final para la izquierda, sino un punto de partida: no es deseable una igualdad de resultados independientemente de los méritos de cada cual; sino, más bien, una igualdad de oportunidades, la colocación honesta de todos los competidores en situación de igualdad en la parrilla de salida, en una carrera que debe desarrollarse con entera libertad para cada participante, en el seno de una sociedad muy compleja y fragmentada.

Lo que redunda en la idea de fondo de Urbinati, de que la tarea central de una política de izquierda en la sociedad democrática sería la de organizar de forma adecuada la participación de todos (una participación "conflictiva", no meramente de apoyo a la gestión), respetando la libertad de cada cual.

 

(1)  http://«lopezbulla.blogspot.com/2021/03/son-las-cosas-del-comer.html

(2)  https://vamosapollas.blogspot.com/2021/01/el-voto-de-las-mujeres-trabajadoras.html

(3)  https://pasosalaizquierda.com/el-campo-ideologico-de-la-izquierda/