viernes, 15 de abril de 2022

LA INMUNIDAD DE LOS COMISIONISTAS

 


Escenario del teatro de Anfiareo, en el Ática. El espectador creía estar viéndolo todo, pero las columnas y los pasadizos laterales permitían la aparición y desaparición por sorpresa de los actores, conforme a lo establecido en el guion. Es decir, ocurría entonces más o menos lo mismo que ahora.

 

¿Por qué Alberto Luceño y Luis Medina habrían de ser menos inmunes que Juan Carlos de Borbón? El principio ético es el mismo para todos, la “lex sed lex” ampara a la ciudadanía por un igual, no se ven diferencias de bulto ni acepción de personas en uno y otro caso.

Alegan unos que movió al emérito un desmedido amor a Madonna Corinna; pero no es tan distinta esa causa atenuante, o dirimente, del capricho tiránico por un Bugatti de carreras.

Y si es norma evangélica que reciban el ciento por uno en el cielo quienes alivian males en la tierra con sus buenas acciones, no cabe duda de que no se puede considerar exagerada una comisión del 45% por unas mascarillas chinas, o de un xxx% sobre el no demasiado publicitado servicio a la patria que atrajo al Comisionista por excelencia del Estado una lluvia de oro saudí contabilizada en petrodólares.

Así son las cosas, y así se las estamos contando. Lo demás es silencio, tal y como señaló en el Acto V de la tragedia el príncipe Hamlet, al sentir fluir por sus venas el veneno del arañazo banal de la espada de Laertes.

A veces ocurren estos pequeños percances anecdóticos, debido sobre todo a que la Justicia se pasea por ahí de modo imprudente, caminando a tientas con una espada en una mano, una balanza en la otra, y los ojos vendados, desde tiempo inmemorial. Pero un buen cristiano perdonará de corazón las posibles desgracias que ocurran, al fin y al cabo mínimas en el ordenado discurrir de las equidades y las inequidades del gran teatro del mundo.

Fíjense, si no, en lo ocurrido anoche en el Nou Camp, convertido de campo propio en campo ajeno debido a la fuerza irresistible del Deutsche Bank del Eintracht de Frankfurt. Los socios del Barça vendieron en masa sus derechos a asiento para un partido de cuartos de final de la Europa League. Sí bueno, pero antes de reprochárselo con indignación impostada, el señor Laporta debería tener en cuenta que a estas alturas de la temporada el club ya había perdido de una tacada “Copa, Liga y Champions”, según estribillo.

Dejen entonces trabajar a Xavi y ya veremos qué puede hacerse la temporada que viene. Las temporadas vienen puntualmente unas detrás de otras, y si este año no ha habido suerte, nadie dice que haya de ocurrir lo mismo el año próximo o el otro. Recuerdo que cuando las chicas del Barça les metieron cinco a las del Madrid, en un partido europeo en el mismo Nou Camp abarrotado, la prensa destacó la cifra récord de asistencia y añadió que el resultado había sido “lo de menos”.

Eso es el fútbol. En el terreno jurídico, el problema es más peludo: todos los derechos que podían venderse están ya vendidos, y algunos jueces solo fallarán en contra de las comisiones abusivas a condición de recibir ellos una consistente remuneración alzada por el servicio.