Escenario
del teatro de Anfiareo, en el Ática. El espectador creía estar viéndolo todo, pero las columnas y los pasadizos laterales permitían
la aparición y desaparición por sorpresa de los actores, conforme a lo establecido
en el guion. Es decir, ocurría entonces más o menos lo mismo que ahora.
¿Por qué Alberto Luceño y Luis Medina habrían de ser menos
inmunes que Juan Carlos de Borbón? El principio ético es el mismo para todos,
la “lex sed lex” ampara a la ciudadanía por un igual, no se ven diferencias de
bulto ni acepción de personas en uno y otro caso.
Alegan unos que movió al emérito un desmedido amor a Madonna
Corinna; pero no es tan distinta esa causa atenuante, o dirimente, del capricho
tiránico por un Bugatti de carreras.
Y si es norma evangélica que reciban el ciento por uno en
el cielo quienes alivian males en la tierra con sus buenas acciones, no cabe
duda de que no se puede considerar exagerada una comisión del 45% por unas
mascarillas chinas, o de un xxx% sobre el no demasiado publicitado servicio a
la patria que atrajo al Comisionista por excelencia del Estado una lluvia de
oro saudí contabilizada en petrodólares.
Así son las cosas, y así se las estamos contando. Lo demás
es silencio, tal y como señaló en el Acto V de la tragedia el príncipe Hamlet,
al sentir fluir por sus venas el veneno del arañazo banal de la espada de
Laertes.
A veces ocurren estos pequeños percances anecdóticos,
debido sobre todo a que la Justicia se pasea por ahí de modo imprudente, caminando
a tientas con una espada en una mano, una balanza en la otra, y los ojos
vendados, desde tiempo inmemorial. Pero un buen cristiano perdonará de corazón las
posibles desgracias que ocurran, al fin y al cabo mínimas en el ordenado
discurrir de las equidades y las inequidades del gran teatro del mundo.
Fíjense, si no, en lo ocurrido anoche en el Nou Camp,
convertido de campo propio en campo ajeno debido a la fuerza irresistible del
Deutsche Bank del Eintracht de Frankfurt. Los socios del Barça vendieron en
masa sus derechos a asiento para un partido de cuartos de final de la Europa
League. Sí bueno, pero antes de reprochárselo con indignación impostada, el
señor Laporta debería tener en cuenta que a estas alturas de la temporada el
club ya había perdido de una tacada “Copa, Liga y Champions”, según estribillo.
Dejen entonces trabajar a Xavi y ya veremos qué puede
hacerse la temporada que viene. Las temporadas vienen puntualmente unas detrás
de otras, y si este año no ha habido suerte, nadie dice que haya de ocurrir lo
mismo el año próximo o el otro. Recuerdo que cuando las chicas del Barça les
metieron cinco a las del Madrid, en un partido europeo en el mismo Nou Camp
abarrotado, la prensa destacó la cifra récord de asistencia y añadió que el
resultado había sido “lo de menos”.
Eso es el fútbol. En el terreno jurídico, el problema es
más peludo: todos los derechos que podían venderse están ya vendidos, y algunos
jueces solo fallarán en contra de las comisiones abusivas a condición de
recibir ellos una consistente remuneración alzada por el servicio.