Se
hace camino al andar. Madrid, Matadero 8.7.2022.
Para un político, morir a tiros es una de las formas más
seguras de ocupar las portadas de los noticiarios. Shinzo Abe se ha convertido,
en el análisis post mortem, en un visionario y una figura política mundial.
Lo cierto es que no nos habíamos enterado, Japón cae muy lejos y nadie nos
lo había contado antes; no con ese énfasis.
El País se asombra ingenuamente del
magnicidio porque en Japón la tasa de armas en manos de ciudadanos es proporcionalmente
muy baja. No es objeción, sin embargo; los locos de atar saben conseguir armas
en cualquier lado, y además los atentados contra políticos no son casi nunca
obra de la ciudadanía, sino de sicarios profesionales pagados por gentes situadas
por encima de toda sospecha.
No es el caso de Abe, ya lo sé. Él era un líder del Partido
Liberal Democrático, un conservador del mismo cuño de los que han venido
sucediéndose de forma casi ininterrumpida en el país del sol naciente desde
mediados del siglo pasado. El sicario discreto era una solución improbable en
su caso, eso les ocurre todos los días a opositores políticos y/o sindicales y/o
campesinos en países de alto o no tan alto riesgo, pero los conservadores
encuentran feo utilizar este método sucesorio concreto entre ellos. Existe algo
común, algo que los franceses llaman esprit de corps, que desvía los
conflictos internos hacia desenlaces menos drásticos. Las puertas giratorias se
inventaron para tales situaciones engorrosas.
Mientras Abe es objeto de merecidas exequias, Yolanda Díaz
ha presentado en Madrid una alternativa política consistente en escucharse y
sumar. Perfecto. El atajo consistente en sumar sin haberse escuchado antes, no
serviría. La presencia en el arranque de la campaña de los “primeros espadas”
de las distintas formaciones habría desvirtuado el efecto buscado, porque lo
que se pretende es tomar impulso desde abajo y desde más allá de las jerarquías,
dignificando de paso un término político, la “base”, que desde hace demasiados años
mencionamos siempre acompañado por un calificativo soez y rabiosamente denigratorio:
la “puta base”.
Adelante entonces, con las bases orgullosas en primera
fila. La movida arrancó en Matadero, un nombre más bien siniestro, pero nada
más que un nombre. La asistencia numerosa demuestra que la ilusión existe. Las
fotos revelan además expectación y un entusiasmo contenido por parte de la
concurrencia.
No será fácil el camino, pero el inicio ha resultado
positivo. Lo mismo puede decirse de las chicas de la selección de fútbol, que
arrancaron su participación en el Europeo con un gol en contra a los cincuenta
segundos, pero le buscaron con suficiencia las vueltas a las finlandesas en el
tiempo restante.