Tito
Flavio Vespasiano. Busto que se conserva en los Museos Capitolinos, Roma.
En una rueda de prensa sin preguntas, Laura Borràs ha
anunciado que no piensa dimitir de su cargo de presidenta del Parlament. A su
entender, de este modo defiende mejor la dignidad de la institución. Un
argumento sorprendente, dado que no se la juzga por actos relacionados con su
cargo actual, sino con otro anterior. Un pelín más sincera ha sido al afirmar: «No tengo intención de dar un paso al lado
ante los que reclaman, con poca capacidad para disimular, que lo que quieren es
apartarme de la vida política.» Eso sí resulta creíble.
La última triquiñuela de la
señora ha sido pedir un juicio por jurados, algo que sencillamente no consta en
el abanico de posibilidades reglamentarias de la Cámara catalana. La idea puede
haber nacido del fértil caletre del defensor de Laura en estrados en el presente
duro trance, el letrado Gonzalo Boye, que cuenta también entre sus clientes destacados
a Carles Puigdemont y Sito Miñanco. Ustedes se preguntarán qué relación indefinible
puede permitir juntar en el mismo bufete al prohombre con el narcotraficante,
pero existe una respuesta imbatible: la Ley es igual para todos, y además lleva
una venda en los ojos para evitar la acepción de personas.
En cuanto al olorcillo fétido
que tal vez se esté insinuando en sus narices, no crean de ninguna manera en el
testimonio de sus sentidos y abrácense al emperador Vespasiano, que fue el
primero en afirmar que el dinero no huele: “Pecunia non olet”.