Restos
de una clepsidra en el antiguo santuario de Anfiareo, en el Ática (Grecia). La
clepsidra medía el tiempo mediante el paso regulado del agua, desde un recipiente
colocado en alto, hasta otro situado en posición inferior.
Caprichos. Correspondencia desde la
contigüidad del cosmos
He tenido que pasar por Correos, servicio que en Poldemarx está
integrado en las oficinas municipales, para recoger una tarjeta postal dirigida
a mí, que al parecer se traspapeló y quedó oculta durante no se sabe cuántos años
en una grieta del suelo en el que se asentaba un buzón callejero. Alguien la ha
encontrado cuando el buzón ha sido suprimido en un programa reciente de
recortes municipales, y como Correos tiene a gala y pundonor la eficiencia de
su organización, me la ha remitido fuera de norma y plazo a la dirección que
constaba.
La funcionaria local ha hecho un intento de cobrarme el
envío, dado que el sello era de 15 cts y sin membrete. La tarjeta fue buzonada
en Alcaracejos, Valle de Los Pedroches, provincia de Córdoba. Yo no conozco a
nadie de allí. El asunto me pareció dudoso, tal vez un timo de la estampita
tuneado, de modo que me negué a pagar nada. La moza acabó por pasarme la
tarjeta sin más trámite que echar una firma en el libro-registro. De ese modo,
me explicó, ella y yo quedábamos a cubierto de las responsabilidades a que
hubiera lugar como consecuencia de la anomalía in situ ocurrida en la
correspondencia. Le di la razón.
La tarjeta no lleva fecha ni firma, pero la letra es la de
mi prima Cuquín. Cuquín nos dejó para siempre en el mes de mayo de 2014. Soportó
con mucha entereza un cáncer de ovarios, y cuando le llegó el momento anunció a
los que le rodeaban (yo no estaba entre ellos, pero me lo contaron así): “Bueno,
yo ya me voy pa’ arriba, creo, pero vosotros cuidad bien de mi hermana, que
anda delicada y cuando yo le falte, irá a peor.” Y se dejó ir.
Eso sucedió en Madrid, y los veranos los pasaba, mientras
pudo, en Oropesa de Mar, Castellón, adonde íbamos a visitarla casi todos los
años porque lo cierto es que nos teníamos un gran cariño mutuo. De Alcaracejos,
nada de nada. La foto de la postal tampoco da pistas porque es una imagen de
la Virgen del Rocío, sevillana, a la que ella era muy devota. A los naturales
de Alcaracejos les llaman, familiarmente, “mojinos”, según he sabido por Google.
Supongo que el dato es irrelevante, pero lo hago constar por si acaso.
Vamos entonces al texto, que es lo único que puede ofrecer
pistas de cuándo me fue enviada la tarjeta, y sobre todo, por qué razón. El
tema es tan vidrioso y complejo que me he decidido a compartirlo en redes
sociales para ver si alguien puede ofrecerme alguna luz.
Cuquín, muy en su estilo, no se entretiene en prolegómenos
ni en cortesías y va derecha al grano, sin encontrar momento ni motivo para
separar las frases con puntos:
«Digo, Paquillo, que no hace falta que te des prisa en
venir para aquí, esto no está mal del todo la verdad, pero el servicio tampoco
es tan bueno como la propaganda que le hacían, y el calor es de justicia ahora
que no hay capa del ozono, de modo que tú sigue tranquilico donde estás, el aire
del mar es lo más sano, y por ningún motivo te signifiques en nada ni te subas
a la parra, que están verdes. Tus hermanos bien, por aquí andan y te mandan
recuerdos.»
Mis dos hermanos varones murieron antes que Cuquín. La
postal hubo de pasar muchos años en su escondite si fue buzonada (¿por quién?
¿por qué en Alcaracejos?) en alguna visita que los dos le hicieron, adónde,
durante unas vacaciones de verano.
La otra posibilidad es que en todo el asunto ande mezclada
la contigüidad del cosmos, un secreto científico herméticamente guardado, un repliegue
del continuo espacio-temporal conocido por muy pocas personas y habitado por
una selecta clientela elegida por la Parca, no en base a meritocracias ni
cuentas bancarias abultadas, sino porque le peta, buenamente.
No me extrañaría que Cuquín me haya escrito desde la
contigüidad del cosmos. Eso sería normal en ella. Lo que me inquieta son las
noticias que me da sobre el cambio climático en esa porción de la hiperrealidad
que yo creía hasta ahora inmune a los embates de la polución.
¿Ustedes qué creen?