Imagen
del incendio forestal en la comarca cacereña de Las Hurdes, hace cinco días.
He aquí un pequeño florilegio de los titulares de El País
de hoy:
“Balance de violencia sexual en San Fermín: 16
denuncias por abusos y una por violación.”
“Aquí no ha pasado nada: así silenció H&M
tres casos de acoso sexual en Barcelona.”
“Absuelto un conductor que se dio a la fuga
tras arrollar a un ciclista.”
“África se queda fuera de juego.”
“Arde sobre quemado en Las Hurdes.”
Sin comentarios. Me da la sensación de que en todos los
casos se está hablando de lo mismo, si vamos al fondo de las cosas: de
prepotencia, de exclusión, de personas y lugares que no importan, y de otros
que sí.
Añado una noticia que también viene en el mismo diario, hoy:
la muerte en el Hospital Gregorio Marañón de un trabajador de la limpieza que
se desplomó en la avenida madrileña de San Diego (distrito puente de Vallecas) a las cinco y
media de la tarde del viernes, por un golpe de calor.
Tenía sesenta años. Formaba parte de la empresa Urbaser,
dedicada al servicio de limpieza viaria, que trabaja para el Ayuntamiento de Madrid.
Llevaba puesto su uniforme reglamentario de poliéster, material que retiene el
calor, bajo un sol inclemente, y sin quebrantar ningún protocolo de seguridad e
higiene por el simple hecho de que tales protocolos son inexistentes en la
contratación municipal de Madrid. Trabajaba en solitario, y fue atendido por Samur-Protección
Civil después de que un transeúnte diera aviso telefónico a Emergencias. Como
no reaccionaba, fue trasladado al centro hospitalario citado, y allí falleció
el sábado. El delegado de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento, Borja
Mari Carabante, ha expresado en un tuit el pésame “a su familia y seres
queridos”.
Arde, en efecto, sobre quemado, no solo en Las Hurdes.