martes, 12 de julio de 2022

MENOS CARNE Y NO TANTOS KILOVATIOS

 


Sandía troceada, obsequio de la casa en una taberna de Rodas en la que el patrón conocía mejor que nosotros las interioridades del Barça y los posibles fichajes para la próxima temporada.

 

Casi han coincidido en el tiempo las advertencias a la ciudadanía de la vicepresidenta tercera del gobierno, y las de su santidad. Teresa Ribera pide una autocontención en el consumo eléctrico de las familias, porque el gobierno ha hecho su parte al abaratar la factura, pero el despilfarro de kilovatios volverá a traer carestía si se sigue estirando más el brazo que la manga, en una situación de calor extremo y sequía.

Bergoglio, por su parte, recomienda consumir menos carne. Es algo en lo que insisten los dietólogos desde hace mucho, con propuestas como la dieta mediterránea u otras similares, ricas en vitaminas y fibra y con un porcentaje mucho menor de proteínas y grasas animales.

Los llamamientos de ambas autoridades han sido templados y cargados de razón. No están convocando a una austeridad solo para pobres, sino a una mayor racionalidad en los estándares de consumo de todos, pobres y ricos. Alguien puede creer que el consumo desaforado de los bienes que oferta el mercado capitalista es en sí mismo una praxis revolucionaria, pero de eso nada. Ni la sociedad de consumo la han inventado los “otros”, ni corresponde a los “nuestros” reventarla mediante el recurso extremo a la grande bouffe, el atracón. No se trata aquí de dar la vuelta a la tortilla, sino de estimar con prudencia qué ración de tortilla es la adecuada para, ni pasar hambre, ni tener que recurrir a la sanidad pública por una indigestión.

El popular excéntrico Josemari (y sus Muñecos) declaró en cierta ocasión que a él nadie tiene que decirle cuánto vino puede consumir antes de ponerse al volante. Sin embargo, se trata de una circunstancia milimétricamente especificada en la normativa reglamentaria. Quería decir el prócer, probablemente, que a él no hay dios ni agente de tráfico que le haga soplar en carretera por el chirimbolo previsto al efecto. Y eso posiblemente sea cierto tratándose de Josemari, porque cuenta con muchos amigos entre las jerarquías así de la guardia civil como del poder judicial, y en un momento dado puede bastarle, para eludir un alcoholímetro, con una advertencia tartamudeada con voz aguardentosa: “Usté no sabe con quién está hablando”.

Una vicepresidenta del gobierno y un papa nos piden de buenos modos que rectifiquemos nuestros hábitos de consumo para hacerlos más saludables y sostenibles. El ministro competente en la materia, Alberto Garzón, ya nos lo había dicho antes, provocando de paso otra sesión de ventilador por parte de las cloacas del pornosistema.

Hacer de este mundo un lugar más agradable, inclusivo e igualitario, es tarea de todos. Que nadie vaya con reclamaciones a Yolanda Díaz, mientras sigue funcionando con el aire acondicionado a tope y embaulando chuletones imbatibles acompañados por botella y media de un ribera del Duero reserva.