Pájaros
en el alambre, metáfora al estilo de Leonard Cohen sostenida por un verso de Antonio Machado, “… pero lo nuestro es pasar.” (La imagen está tomada en préstamo del
muro de FB de Seve Durán.)
Ayer muy tarde volvimos de Atenas. En el tren que nos
llevaba al aeropuerto tuvimos un momento angustioso: cruzamos delante de un
incendio con dos focos, probablemente intencionado según señaló la prensa local.
Todo el paisaje estaba envuelto en humo, y algunas aún tímidas lenguas de fuego
se alargaban hacia la vía con intenciones impropias de ningún espíritu santo.
Les hago un spoiler: pasamos, a pesar de todo. El
avión despegó con normalidad y Barcelona nos recibió cuajada de luces cuando ya
era hoy (a las 00.22). Me queda la sensación rara de que no nos hemos venido
por propio impulso, a pesar de que también aquí hay fuegos y además la sandía se
cotiza a unos precios estratosféricos si los comparamos con los del mercadillo
callejero de Egáleo, directo del productor al consumidor y donde, a menos que
lo exijas poniéndote chulo, no te cobran el IVA, con cuya actitud empecinada
están causando a la economía financiarizada un destrozo que algún día pagaremos
caro todos, cuando se den cuenta las derechas, siempre vigilantes en lo que
atañe a nuestros deberes y distraídas en lo relativo a nuestros derechos,
incluso (¿o debería decir “sobre todo”?) los constitucionales.
De nuevo estamos en casa. Y aquí nos hemos encontrado con
que, aprovechando la larga etapa de soledad y quietud, el globo de cristal que
protegía una lámpara de techo en el pasillo ha encontrado la forma de
escurrirse de sus anclajes y desprenderse mansamente, en obediencia estricta a la ley de
la gravedad. La casi totalidad del estropicio ha quedado desparramada en forma
de añicos sobre una alfombra vieja que Carmen ha decidido tirar a la basura con
su carga de cristal roto.
El lado bueno del suceso es que el globo no le cayó en la
cabeza a nadie. El lado oscuro, esa sensación de que es preciso mantenerse
continuamente en movimiento para tener posibilidades de sobrevivir en un
entorno malicioso, repleto de asechanzas.
Lo expresaba el gestor de una empresa cooperativa
importante, mediante una metáfora ajedrecística: «Si te quedas quieto en tu
casilla, los chinos se te zampan en tres movimientos.» Donde pone “chinos”,
pongan ustedes cualquier otra realidad inamistosa sugerida por su experiencia. Da miedo, la
verdad.
Puede, entonces, que la movilización sea la consigna más
oportuna para la ciudadanía en general, en este tiempo tan difícil.
Y evadirnos así, todos juntos, de la quema que nos están
organizando.