viernes, 3 de abril de 2015

SEGUNDAS OPCIONES


El maestro Josep Ramoneda los llama (en El País) “partidos-acontecimiento”. Se trata de opciones que se ofrecen en el mercado del voto, justificadas en su origen por un liderazgo personalista fuerte, y acompañadas por mucho ruido mediático. No están construidas como una alternativa global a los grandes partidos, sino como enmiendas parciales a los mismos. No han sido concebidas para superar el bipartidismo básico, sino para coexistir con él. No son grandes almacenes, sino boutiques con encanto que ofrecen el mismo producto que aquéllos, pero rodeado con un aura de sofisticación.
El recorrido previsible de estos “second bests” de los grandes partidos es corto. Nacen de la coyuntura, se presentan como “acontecimiento” en la afortunada expresión de Ramoneda, y su aliento dura lo que dura la novedad. Pero la novedad dura cada vez menos en la sociedad online. UPyD parece haber llegado al final de su vida útil. Ciudadanos inicia ahora un nuevo ciclo fuera de una Cataluña en la que su condición de segunda marca del PP se ha visto favorecida por el hecho de que su propuesta sustancialmente idéntica no está contaminada por el comportamiento ominoso del poder central. Cuenta con un líder de aspecto agradable y educado, que se extiende en generalidades basadas en el sentido común. ¡Sí, el mismo sentido común patentado por Rajoy! Albert Rivera evita el riesgo en todas sus intervenciones; en política no ejerce de medicamento drástico, sino de placebo, y su (moderado) éxito previsible no va más allá del intento de adormecer los miedos y las aprensiones de un electorado torturado por diferentes angustias.
¿Y Podemos? Podría muy bien proponerse como segunda opción, muy modernizada y mejorada mediáticamente, de Izquierda Unida, sobre todo por el hecho de que la presencia reciente en los medios de IU tiene caracteres de catástrofe, nunca se ha visto semejante exhibición pública de miserias y de encontronazos en la historia de la sociedad de la información.
Pero Podemos no quiere ser la “otra” IU. Aspira a algo más. A la centralidad. A sustituirlo a todo, a rendir al bipartidismo con la creación de una nueva mayoría absoluta basada en la representación de la Gente. De la Buena Gente, ha precisado alguno de sus líderes. Pero la gente, buena o no, no es una categoría política. Podemos participa hasta el momento en varias iniciativas plurales de signo inequívocamente de izquierda, y ese es un dato positivo. Pero no es suficiente. Tendrá que explicitar pronto su proyecto y su programa. Cuando lo haga, perderá votantes potenciales. A cambio, ganará en perspectiva a largo plazo y en recorrido. Dejará atrás la categoría de “partido-acontecimiento” y entrará en la de “alternativa de cambio”, en solitario o, más previsiblemente, en compañía de otros.