miércoles, 29 de abril de 2015

TOCAR LAS CASTAÑUELAS

Primero Luz Rodríguez, secretaria confederal de Empleo del PSOE, y después Pedro Sánchez, candidato de la misma formación política a presidir el gobierno de la nación, han lanzado a los medios una propuesta de nuevo Estatuto de los Trabajadores, dirigido a remediar los estragos producidos por las últimas reformas laborales administradas por el PP.
Hay que agradecerles que echen a rodar la bola, siempre y cuando no se empeñen luego en monopolizar su posesión. Algo ha dicho acerca de ello José Luis López Bulla (véase Una propuesta del PSOE: ¿quién debe negociar en el centro de trabajo?). Conviene insistir en que las relaciones laborales se asientan en el principio de la autonomía de las partes (empleadores y trabajadores, patronales y sindicatos), y que un Estatuto del Trabajo supone en principio nada más que un marco macro – no hay redundancia en la expresión – capaz de dar una expresión legal adecuada a dicha autonomía. Otra cosa sería un dirigismo impropio de una sociedad libre.
En fin, tampoco hay para ponerse tiquismiquis en esta cuestión. Estamos entrando de forma acelerada en un período electoral que se adivina crucial, y por lo tanto es no solo lógico sino loable que los partidos políticos se posicionen en relación con algunas ideas-fuerza que habrán de tener importancia en la próxima legislatura que ya alborea en el horizonte.
Lo decepcionante del mensaje del PSOE está en los contenidos. No se valora suficientemente la salvaje destrucción de empleo ocurrida en los últimos años, se ignoran los cambios morrocotudos en la tecnología de la producción y las comunicaciones, y no se toma buena nota de la fragmentación del centro de trabajo fordista y de su dispersión en una constelación de pequeñas empresas auxiliares, de autopatronos dependientes y de falsos trabajadores autónomos. No parece haberse advertido, para poner un ejemplo reciente, la lección implícita en la huelga de Movistar, tanto por la naturaleza de las reivindicaciones expresadas, como por su gestación y por las formas novedosas y la amplitud de su desarrollo.
Continúo con lo que la propuesta no contiene. No hay una reflexión y menos aún un propósito de enmienda acerca de las condiciones en las que se desarrolla habitualmente la prestación laboral hoy, con la excepción de alguna puntualización sobre los horarios. No hay mención a formas que se han ido extendiendo de presión psicológica sobre los trabajadores, que incrementan el riesgo de accidentes laborales, depresiones y enfermedades mentales. No se toma como punto de partida una consideración de la significación del trabajo por cuenta ajena para las expectativas de progreso de la sociedad actual.
La lista de carencias podría proseguir. Da la sensación de que lo que proponen Rodríguez y Sánchez es un revival, un retorno nostálgico a épocas pasadas, y en concreto a un estado del bienestar anclado en presupuestos sociales y económicos muy distintos de los que concurren ahora.
Será necesario repensar mucho más las cosas y debatirlas en ámbitos más amplios y menos estrictamente políticos, antes de poder formular unas propuestas más operativas.
Puestos a elaborar una propuesta fuerte, una propuesta realmente ganadora de Estatuto de los Trabajadores, conviene tener presente que en estos trajines rigen las mismas leyes que en la ciencia de las castañuelas, según las señalaba el Licenciado Don Francisco Agustín Florencio (seudónimo al parecer del clérigo ilustrado y poeta satírico Juan Fernández de Rojas, gran amigo del pintor Francisco de Goya) en su Crotalogía o ciencia de las castañuelas (Madrid, 1792). Señalaba el autor que la crotalogía ha de verse como ciencia de las castañuelas debidamente tocadas, y en tal adverbio ha de ponerse todo el rigor de la Metafísica. Y señalaba como Axioma I el siguiente, rigurosamente aplicable también a nuestro asunto:
«En suposición de tocar, mejor es tocar bien que tocar mal.»
Más claro, agua. A lo que puede añadirse la verdad profunda del igualmente irrefutable Axioma VI:
«El que no toca las castañuelas, no se puede decir que las toca bien ni mal.»