sábado, 13 de enero de 2018

LA IMPORTANCIA DE LA ALTERNATIVA


Tiene razón José Luis López Bulla en la corrección amistosa que hace de unas recientes palabras mías (1). La resistencia era necesaria en los tiempos oscuros, pero no habría sido nada sin el ingrediente de la alternativa. La vocación pedagógica de José Luis, ahora como en los tiempos en que ejerció de forma simultánea de abad del convento y de escudo protector contra los rayos gamma contaminantes cruzados del maximalismo roqueño y del buenismo pactista; la vocación pedagógica de José Luis, digo, le llevaba a repetir de forma exhaustiva dos tarabitas que siguen siendo hoy en día absolutamente básicas y vigentes.
Primera tarabita, de raíz claramente ingraiana: «Resistir no basta.» Segunda, de corte netamente bulliano original: «Somos un sindicato sociopolítico, no un político sociosindicato.»
En la primera formulación queda implícita la importancia básica de la alternativa. Estábamos en una guerra de posiciones, pero cada posición no debía ser mantenida a ultranza, porque eso suponía un desgaste excesivo y a la larga perdedor. Un estudio atento del campo de batalla (metafórico) debía indicarnos en cada momento nuestros puntos fuertes y débiles, las ventajas estratégicas de cambios circunstanciales o permanentes a otras posiciones alternativas, la posibilidad o no de atender con mayor solvencia a flancos dejados al descubierto.
La guerra de posiciones sindical no se concreta casi nunca en una carga de la caballería pesada, a la antigua; hay avances y repliegues, hay un frente principal y otros complementarios, hay casamatas peligrosas por en medio, que conviene evitar o rodear.
Hoy la importancia de la pedagogía de José Luis es mayor aún, porque la resistencia es un término aparcado junto a las herrumbrosas lanzas (ya no disponemos de fortalezas amuralladas, casi ni siquiera de simples parapetos que protejan nuestra trinchera), y desde el campo enemigo nos aturden de continuo con la cantinela insistente de que «No Hay Alternativa».
Pues bien, donde no la hay, es necesario crearla. Como bien dice José Luis, la resistencia es cuestión de redaños; la alternativa, cuestión de inteligencia. Inteligencia práctica..
Estoy pensando en el sindicalismo sociopolítico, no en la política sociosindical. La política etc. gira en torno al centro de gravedad del poder; el sindicalismo etc. gira, en cambio, alrededor del trabajo. El poder político es desde esta última perspectiva únicamente un medio, el fin propuesto es la mejora de las condiciones de trabajo, ergo de vida, de la ciudadanía. Se entiende mal, en general, la frase “maquiavélica” de que el fin justifica los medios, desde la suposición – moderna, y errónea – de que Maquiavelo consideraba el poder como un fin en sí mismo, y argumentaba que todo vale para alcanzarlo. La intención del tratadista florentino era muy distinta; la del sindicalismo, al recurrir a las palancas y los aparatos estatales con el fin de aportar beneficios y garantías a los trabajadores dependientes, también lo es.
Solo de esta manera tienen un sentido coherente la pedagogía de fondo bulliana y sus berrinches recurrentes. Lo cierto es, lo miremos por donde lo miremos, que la “nueva política” lo está entendiendo todo al revés.
Así nos va a todos.