Alberto Garzón,
portavoz adjunto de Unidos Podemos y coordinador federal de IU, solicitó por
carta amparo a la presidenta del Congreso, en relación con el hecho de que en
esta legislatura prácticamente "no se tramitan leyes", debido
a que PP y C’s, con mayoría en la Mesa del Congreso, practican una variante del
filibusterismo parlamentario consistente en solicitar continuas prórrogas con
la intención de anular diferentes iniciativas de la oposición (no solo proyectos
de ley, apostillo; también comisiones parlamentarias de control).
La respuesta de Ana
Pastor ha sido antológica: recomienda al diputado «no perder el tiempo en
tonterías», y ocuparse más de «las cosas de comer».
Se consuma así un
bucle curioso: en opinión de Pastor, está perdiendo el tiempo quien protesta
porque los grupos mayoritarios en la cámara pierden maliciosamente el tiempo.
“Tontería” es, en
la mente de Pastor, cualquier iniciativa parlamentaria que no salga de las
filas de la formación en la que milita. Ahora bien, dada la escasísima tendencia
a ejercer la iniciativa legislativa del partido alfa, que prefiere con mucho emplearse
en recursos a los tribunales antes que en leyes que se ocupen de «las cosas de
comer», se desprende por extensión que la presidenta considera también una
tontería el parlamento en sí, el poder legislativo propiamente dicho.
Incluso, aunque
sobre este último asunto reconozco que caben interpretaciones, podría Pastor haber
considerado una tontería la soberanía popular misma, plasmada en las instituciones
representativas del Estado-nación.
Vamos a hilar fino.
Hay dos maneras de considerar la soberanía del parlamento: una se refiere a la
cámara en su conjunto, incluidos todos sus componentes elegidos por voto popular,
así los que exhiben una mayoría numérica y tienen sus asientos localizados en
un bloque compacto en el interior del hemiciclo, como los que representan a la leal
oposición desde el bloque opuesto, no tan nutrido; pero ambas partes con
derechos y deberes reconocidos y especificados, y sin privilegio reglamentario ninguno
para una y otra parte. La segunda manera, y hay indicios de que esta es la
versión preferida por Pastor, sostiene que la soberanía popular reside
únicamente en la mayoría, y todo lo que haga quien no pertenece a dicha mayoría
numéricamente acotada, es pura bobada y pérdida de tiempo.
Así se trate de
iniciativas legislativas que a su parecer «no se ocupan de las cosas de comer»,
incluso a pesar de que entre ellas se cuenta una propuesta de renta básica
universal garantizada, como de peticiones de amparo a la presidencia de la
cámara por la actitud filibustera de quienes entienden la política de las cosas
de comer desde el mismo punto de vista que el perro del hortelano: ni hacen
nada al respecto, ni dejan hacer.