viernes, 26 de enero de 2018

PERDER EL TIEMPO EN TONTERÍAS


Alberto Garzón, portavoz adjunto de Unidos Podemos y coordinador federal de IU, solicitó por carta amparo a la presidenta del Congreso, en relación con el hecho de que en esta legislatura prácticamente "no se tramitan leyes", debido a que PP y C’s, con mayoría en la Mesa del Congreso, practican una variante del filibusterismo parlamentario consistente en solicitar continuas prórrogas con la intención de anular diferentes iniciativas de la oposición (no solo proyectos de ley, apostillo; también comisiones parlamentarias de control).
La respuesta de Ana Pastor ha sido antológica: recomienda al diputado «no perder el tiempo en tonterías», y ocuparse más de «las cosas de comer».
Se consuma así un bucle curioso: en opinión de Pastor, está perdiendo el tiempo quien protesta porque los grupos mayoritarios en la cámara pierden maliciosamente el tiempo.
“Tontería” es, en la mente de Pastor, cualquier iniciativa parlamentaria que no salga de las filas de la formación en la que milita. Ahora bien, dada la escasísima tendencia a ejercer la iniciativa legislativa del partido alfa, que prefiere con mucho emplearse en recursos a los tribunales antes que en leyes que se ocupen de «las cosas de comer», se desprende por extensión que la presidenta considera también una tontería el parlamento en sí, el poder legislativo propiamente dicho.
Incluso, aunque sobre este último asunto reconozco que caben interpretaciones, podría Pastor haber considerado una tontería la soberanía popular misma, plasmada en las instituciones representativas del Estado-nación.
Vamos a hilar fino. Hay dos maneras de considerar la soberanía del parlamento: una se refiere a la cámara en su conjunto, incluidos todos sus componentes elegidos por voto popular, así los que exhiben una mayoría numérica y tienen sus asientos localizados en un bloque compacto en el interior del hemiciclo, como los que representan a la leal oposición desde el bloque opuesto, no tan nutrido; pero ambas partes con derechos y deberes reconocidos y especificados, y sin privilegio reglamentario ninguno para una y otra parte. La segunda manera, y hay indicios de que esta es la versión preferida por Pastor, sostiene que la soberanía popular reside únicamente en la mayoría, y todo lo que haga quien no pertenece a dicha mayoría numéricamente acotada, es pura bobada y pérdida de tiempo.
Así se trate de iniciativas legislativas que a su parecer «no se ocupan de las cosas de comer», incluso a pesar de que entre ellas se cuenta una propuesta de renta básica universal garantizada, como de peticiones de amparo a la presidencia de la cámara por la actitud filibustera de quienes entienden la política de las cosas de comer desde el mismo punto de vista que el perro del hortelano: ni hacen nada al respecto, ni dejan hacer.