martes, 2 de enero de 2018

HACER BIEN LO QUE SE HA DE HACER


«Aunque no podamos cambiar todo lo que quisiéramos, ni en la medida en que nos parece deseable, sí está en nuestras manos trabajar para que en el futuro suceda eso improbable que no está a nuestro alcance como sujetos aislados.» Son palabras de Daniel Innerarity en una tribuna de elpais adecuadamente titulada “Deseos de Año Nuevo”.
Los deseos de cambio suelen quedarse en nada. No porque las cosas no cambien, el mundo cambia continuamente y los paradigmas que dábamos por datos invariables de la estructura de la realidad se mustian y decaen de un día para otro; pero esos cambios que se producen sin descanso en la vida de las sociedades, ni son (casi nunca) acordes con lo que deseábamos, ni dependen de la acción consciente de unas fuerzas sociales concretas. Son cambios que se producen con independencia de nuestra empecinada voluntad de cambio.
Hay en las palabras del filósofo Innerarity un fuerte eco de la fórmula acuñada por Antonio Gramsci: “pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad.” Tanto más, cuando en la tribuna citada se adelantan afirmaciones como la siguiente: «Comencemos por reconocer que a veces interpretar bien el mundo es una buena manera de cambiarlo o, en cualquier caso, la condición para poder hacerlo.»
Pensar el mundo de forma adecuada y trabajar para cambiarlo en algunos pormenores (modestos, realistas, alcanzables) que serían deseables, incluso desde la conciencia que no está por completo en nuestra mano llevarlos a cabo, ni posiblemente se plasmen nunca en la realidad de la forma como los hemos concebido en el “proyecto” que intentamos construir junto a muchas/os otras/os, de forma colectiva. Esa es la parte más noble de la acción política. Considerablemente más noble que la actividad de bloqueo sistemático ejercida por los que detentan el poder fáctico para que nada cambie si no es en su favor, o que los equilibrios inestables y jeribeques continuos de quienes predican el Cambio con mayúscula en las campañas electorales, y administran con cicatería de avaros el statu quo cuando han llegado al gobierno.
Suscribo entonces con fervor, como deseo personal de año nuevo para todos los amigos que seguís de forma habitual esta bitácora, la frase final del artículo del maestro Innerarity: «Hagamos bien lo que tenemos que hacer por si acaso alguien culmina lo que empezamos.»