«Aunque no podamos cambiar todo lo que quisiéramos, ni en la
medida en que nos parece deseable, sí está en nuestras manos trabajar para que
en el futuro suceda eso improbable que no está a nuestro alcance como sujetos
aislados.» Son palabras de Daniel
Innerarity en una tribuna de elpais adecuadamente titulada “Deseos de Año Nuevo”.
Los deseos de cambio suelen quedarse en
nada. No porque las cosas no cambien, el mundo cambia continuamente y los
paradigmas que dábamos por datos invariables de la estructura de la realidad se
mustian y decaen de un día para otro; pero esos cambios que se producen sin
descanso en la vida de las sociedades, ni son (casi nunca) acordes con lo que
deseábamos, ni dependen de la acción consciente de unas fuerzas sociales
concretas. Son cambios que se producen con independencia de nuestra empecinada voluntad
de cambio.
Hay en las palabras del filósofo
Innerarity un fuerte eco de la fórmula acuñada por Antonio Gramsci: “pesimismo
de la inteligencia, optimismo de la voluntad.” Tanto más, cuando en la tribuna
citada se adelantan afirmaciones como la siguiente: «Comencemos por reconocer que a veces interpretar bien el mundo es una
buena manera de cambiarlo o, en cualquier caso, la condición para poder
hacerlo.»
Pensar el mundo de
forma adecuada y trabajar para cambiarlo en algunos pormenores (modestos,
realistas, alcanzables) que serían deseables, incluso desde la conciencia que
no está por completo en nuestra mano llevarlos a cabo, ni posiblemente se plasmen
nunca en la realidad de la forma como los hemos concebido en el “proyecto” que intentamos
construir junto a muchas/os otras/os, de forma colectiva. Esa es la parte más
noble de la acción política. Considerablemente más noble que la actividad de
bloqueo sistemático ejercida por los que detentan el poder fáctico para que
nada cambie si no es en su favor, o que los equilibrios inestables y jeribeques
continuos de quienes predican el Cambio con mayúscula en las campañas
electorales, y administran con cicatería de avaros el statu quo cuando han
llegado al gobierno.
Suscribo entonces con
fervor, como deseo personal de año nuevo para todos los amigos que seguís de
forma habitual esta bitácora, la frase final del artículo del maestro
Innerarity: «Hagamos bien lo que tenemos que hacer por
si acaso alguien culmina lo que empezamos.»