sábado, 4 de junio de 2022

CUADERNOS GRIEGOS. CRÓNICA PERSONAL DE LA CRISIS

 


Manifestación multitudinaria en Plaza Sintagma. Foto del autor. 


[Documento]

Viví la crisis griega a caballo entre Atenas y Barcelona, y trasladé mis impresiones a bote pronto a mi blog, que empezaba a afianzar por aquellos meses su punto y contrapunto. Reúno ahora 17 entradas fechadas, que espaciaré en tres entregas. No intento hacer Historia con ellas, pero la impresión retrospectiva que me deja la memoria de aquella crisis tremenda, y del comportamiento de sus protagonistas principales, es morrocotuda.

 

1.- En huelga

Atenas, 27.11.2014. El vuelo de ayer entre Barcelona y Atenas se ajustó a los horarios previstos y resultó plácido, pero no puede decirse que fuera un vuelo «sin incidencias»: mientras estábamos suspendidos en el aire dimitió la ministra de Sanidad española Ana Mato, y mi hija Albertina me advirtió al llegar a su casa de Egáleo que estábamos en vísperas de la madre de todas las huelgas generales ocurridas en el país desde aquel primer tropezón con la crisis que le costó el puesto al primer ministro Papandréu.

La casi coincidencia de la fecha del viaje con la huelga no fue cosa prevista de antemano. Carmen y yo teníamos los billetes desde hacía meses porque nos acogimos a una oferta especial de la compañía aérea. De haber reservado los billetes para un día después, nos habríamos encontrado con un vuelo cancelado.

Se celebraba una reunión del gobierno griego con la troika para arbitrar medidas acerca de la deuda que mantiene el país con la UE y otros organismos internacionales, y la ciudadanía tenía temores fundados de que, siguiendo una costumbre inveterada, los actuales mandatarios aceptaran, bien sin rechistar o bien rechistando, que eso poco importa en último término, nuevas imposiciones externas más o menos drásticas. Estaban en juego más puestos de trabajo en una administración ya exageradamente adelgazada, y más recortes salariales. El principal sindicato de los funcionarios y la Confederación General de los Trabajadores de Grecia, más otras organizaciones sindicales menores, convocaron una gran huelga general. Las calles de Egáleo estaban cubiertas de carteles llamando a la huelga y a la gran concentración en plaza Omonia, esta mañana, para marchar desde allí hasta el palacio del Parlamento en plaza Sintagma: el recorrido clásico de las marchas reivindicativas. Los llamamientos más insistentes en ese despliegue de posters eran, en mi apreciación personal, los de Syriza, primer partido del país hoy día en intención de voto, y PAME. Este último es el sindicato vinculado al Partido Comunista griego (KKE). Las cuatro letras son la sigla de un título que no transcribo para no hacerme pesado, pero además componen una palabra corriente, que en castellano sería: “Vamos”. Un pariente próximo de la idea de los Podemos y Ganemos de nuestras latitudes.

Imposible trasladarnos al centro esta mañana, porque el metro funcionaba en servicios mínimos y pasando de largo de las estaciones neurálgicas, y el transporte de superficie  estaba en las mismas condiciones. Me he dado un largo paseo por la Iera Odos, la principal arteria de Egáleo. La Iera Odos (Vía Sacra) era la calzada que conducía desde el centro de la Atenas clásica hasta el santuario de Eleusis (hoy Elefsina), donde tenían lugar unos célebres misterios. Hoy es una avenida comercial. Casi dos de tres comercios han cerrado en los últimos años debido a la crisis, pero los que sobreviven estaban abiertos; el tráfico rodado era tan congestionado como siempre, y los quioscos de prensa ofrecían, ya que no la prensa diaria, sí las revistas extranjeras en papel cuché (Elle, Woman, Cosmopolitan) más los refrescos y las chucherías habituales. Percibí, además de la casi normalidad callejera, algunos tímidos signos de recuperación: en dos o tres locales comerciales cerrados desde un quinquenio atrás había obras para su reapertura (si no engañan los indicios, serán baretos y locales de fast food), y se habían renovado las fotografías de bellas modelos de Woman’s Secret en los grandes paneles situados en alto junto al cruce con Zibon (calle Tebas). Más allá de las profundas heridas sufridas por esta ciudadanía, el dinero se acuerda de ella para incitarla al consumo con guiños de glamour y lencería.

El plan de quita parcial y/o aplazamiento de la devolución de la deuda presentado por el gobierno griego ha sido rechazado por la troika, y a la inversa no han sido aceptadas nuevas exigencias de austericidio para un país asfixiado y casi exangüe.  Esas son por lo menos las novedades que hemos alcanzado a saber a través de una televisión poco fiable en general, y hoy en servicios mínimos. La huelga ha sido seguida masivamente. Las espadas se mantienen en alto. Es una buena noticia, para los griegos y también para nosotros los españoles.

 

2.- El laberinto griego

(Con mis disculpas a MVM por copiarle el título)

Atenas, 8.12.2014. Ni a la troika le han gustado los presupuestos para 2015 preparados por el gobierno griego, ni el primer ministro Andonis Samarás acepta de momento la “reforma” sugerida por las altas autoridades económicas del mundo mundial, consistente, faltaba más, en nuevas rebajas salariales y despidos de funcionarios. El impase va a desembocar por el instante en una “prórroga técnica” de la situación anterior, para la que se había previsto como plazo final el límite del 31 de diciembre. El comisario europeo Moscovici no ha desvelado aún si la prórroga se extenderá durante un período corto, de uno o dos meses, o si se prolongará hasta seis meses. El detalle tiene más enjundia de lo que puede parecer a primera vista.

Samarás es, como algunos otros primeros ministros del área euro, un político esencialmente gris, un hombre de la periferia (viene de Pilos, en la punta occidental del Peloponeso) que ha hecho su carrera política a la sombra de Mitsotakis hasta la retirada del patrón. En la pugna subsiguiente por el poder en el seno de la conservadora Nueva Democracia, Samarás hizo valer su dominio del aparato y sus amplios contactos con las alcantarillas del poder. Pero desde entonces sus defectos se han hecho más y más visibles cada día: es un hombre sin carisma y sin ideas, incapaz de trazar un plan de acción creíble ni de hacer un discurso más allá de las vaciedades de rigor. Sus reacciones son característicamente lentas, de modo que los hechos, la realidad fáctica, parecen siempre ir un par de pasos por lo menos por delante de él.

A falta de la última entrega del “rescate” de la deuda griega, por valor de 1.800 millones de euros, Samarás vendió antes de la entrevista en la cumbre de este mes la noticia de que lo peor de la crisis había pasado ya, Grecia estaba en condiciones de recuperar el timón de su economía sin necesidad de tutelas comunitarias, y los brotes verdes crecían pujantes por doquier. Era en cualquier caso la última bala que le quedaba en la recámara, porque el próximo mes de febrero necesitará en la Vuli (el parlamento) una mayoría de votos cualificada – que no tiene – para ser reelegido jefe del gobierno; o bien habrá de ir a unas elecciones generales a las que teme como a un nublado, porque en el horizonte se delinea la amenaza de Syriza.

Ante la troika utilizó una doble estrategia: unos presupuestos asépticos para no aumentar la irritación muy considerable de la ciudadanía, y el socorrido argumento del miedo a lo que vendrá, para convencer a los amos de la caja fuerte. “Decidme que sí a mí, aunque no os guste, porque siempre será mejor que lo que os planteará el próximo jefe de gobierno, si Syriza gana las elecciones.”

La troika se ha puesto chula: «Nos da igual quien gobierne, lo que queremos es que se pongan en marcha las reformas.» Aún intentó Samarás una finta. ¿Se han entrevistado con Tsipras, el líder de Syriza? ¿Saben bien lo que está proponiendo la izquierda radical y desestabilizadora? Y la respuesta: «Nosotros solo hablamos con gobiernos, no con partidos.»

De modo que no es indiferente que la prórroga de la actual etapa del rescate griego se limite a uno o dos meses, o se alargue hasta seis. Porque en febrero podría haber disolución de la Vuli, y en marzo unas elecciones en las que todo será posible. Lo que ocurra luego con la deuda y con esos 1.800 millones no está aún escrito, pero son cuestiones que, por más que quizás a algunos les suenen a coros angélicos perdidos en la lejanía, nos implican a todos. Esta va a ser una batalla global. Rectifico: va a ser la primera escaramuza de la gran batalla global que se anuncia ya en distintos foros.

 

3.- Griegos en un laberinto

Atenas, 13.12.2014. El ambiente político se ha espesado en Atenas, a partir del fracaso de la cumbre con la troika para la entrega de la parte pendiente del rescate. Proliferan los furgones policiales aparcados en las calles, incluso en sitios inesperados y a horas inocentes. Las manifestaciones son más agresivas; en muchas se juega con fuego, en el sentido literal de la palabra, y se busca el contacto directo con los antidisturbios. También en más de una ocasión piquetes aguerridos de Amanecer Dorado en uniformes paramilitares han ejercido de fuerza represiva directa contra los manifestantes de izquierda, mientras los soldados se limitaban a observar.

Andonis Samarás, el primer ministro, culpa de la espiral de violencia a Syriza. No solo de la espiral de violencia. Enfatiza que no va a consentir que la izquierda radical y populista lleve al país al caos y la ruina, por más que el caos y la ruina están ya ahí desde antes de la posible llegada de Syriza al gobierno.

Un consejo sibilino que fuentes relacionadas con Nueva Democracia están dando a la ciudadanía – siempre a través de insinuaciones indirectas, porque una cosa así no es posible plantearla en términos crudos, siquiera sea por decoro –, es que se apresuren a sacar sus ahorros del banco antes de la fecha de las próximas elecciones, porque después tal vez ya no podrán hacerlo.

La advertencia cae por el momento en saco roto. El objetivo, muy claro, del runrún es frenar mediante el voto del miedo al partido de Tsipras, pero quienes tienen cantidades importantes de dinero en los bancos de Grecia no iban a votar a Tsipras de todos modos. Es más, ya hace años que la mayor parte de los capitales privados griegos está colocada, o bien en sucursales de bancos extranjeros, o bien directamente en el extranjero. No por miedo al radicalismo de Syriza, sino por la consabida disyuntiva entre patriotismo y patrimonio, sobre la cual no hacen falta mayores explicaciones. En la situación actual la mayoría de los habitantes censados en el país, para los cuales tener dinero ahorrado es tan irreal como un cuento de hadas, no vería mal una intervención de la banca, por si de ese modo es posible hacer aflorar unos capitales que se han revelado sumamente volátiles desde que se inició la prolija operación del rescate financiero.

La senda constitucional que debe seguirse a partir de este momento es clara. Samarás intentará de aquí a febrero aprontar los votos que le faltan para asegurar la elección presidencial, bien en la persona de su propio candidato o bien en la de una persona capaz de generar consenso. Si no se consigue esa mayoría, el jefe del gobierno habrá de disolver el parlamento y convocar elecciones generales de forma inmediata. No son del todo descartables fugas hacia adelante ni tiradas por calles de en medio, pero estas serían penalizadas con un aumento de la inestabilidad interna y del aislamiento internacional. Algo que resultaría gravoso en exceso incluso para los estamentos más antieuropeos y más insolidarios de un país en bancarrota, enfeudado sin remedio a sus acreedores y dependiente de forma absoluta de un turismo que a día de hoy es la única fuente de ingresos que presenta un comportamiento positivo.

 

4.- Humor negro griego

Atenas, 19.12.2014. Ya están colocadas las decoraciones navideñas en el centro de Atenas, y las familias acuden en masa para verlas. En el centro de la plaza Sintagma (pronunciar Síndagma) refulge un barco de vela transparente y cuajado de pequeñas bombillas. Aquí Papá Noel no viene en trineo, sino en un barco cargado de regalos. Tampoco se llama Papá Noel sino San Nicolás, nombre que antecede en varios siglos y se corresponde con el Santa Claus americano. Los nicolases con barbas blancas postizas y vestidos de rojo con botas negras y capuchón puntiagudo recorren la plaza para recoger las cartas que les traen los niños. Sigue habiendo policía aparcada en las cercanías, pero es mucho menos visible. El ambiente es de fiesta, de fiesta consumista, como en cualquier otra capital europea.

El candidato a presidente Stavros Dimas solo obtuvo 160 votos favorables en la primera de las votaciones previstas en la Vuli (el parlamento). Cuarenta menos de los que necesitaba en primera instancia para ser elegido; veinte menos de los que necesitará el próximo día 29, cuando la mayoría cualificada se rebaje de los dos tercios a los tres quintos para la votación decisiva.

Ganar veinte votos a una oposición hostil se antoja un mundo. En un programa televisivo de sátira el showman de turno vestido de Nicolás leía las cartas de los niños: «Como me he portado bien y he sido bueno todo el año, te pido como regalo de Navidad veinte votos de diputados de la oposición. Firmado, Andonis Samarás.» Removía entonces el fondo del saco, entre muñecas, patinetes, camiones y barras de caramelo, cada vez más preocupado. Por fin, se dirigía al público con una gran sonrisa: «No nos quedan votos disponibles de diputados, pero traeremos de todos modos un gran regalo al pequeño Andonakis: ¡¡unas preciosas elecciones anticipadas!!»

Las opiniones sobre lo que ocurrirá el día 29 están divididas. Los eternos pesimistas sospechan que Samarás guarda una carta de triunfo escondida en la manga. Se habla de un nuevo candidato de consenso, un “tapado”. Se apunta para ello a los diputados de Izquierda Democrática, pero solo son diez. Convencer a Amanecer Dorado (una parte del grupo parlamentario fue a votar el otro día directamente desde prisión, con un permiso especial. Votaron en contra) parece misión imposible: ellos están violentamente en contra de una mayoría de izquierdas, pero también están violentamente en contra de la Unión Europea. Así pues, no se sabe bien de dónde pueden salir los números, aunque muchos siguen convencidos de que los números cuadrarán.

La opinión contraria la sostienen, no los optimistas (no quedan ya optimistas en Grecia), sino los tremendistas. Según ellos, Samarás quiere perder la elección presidencial. La razón es que aspira a seguir con vida. Cuando después de las fiestas vuelva a presentarse la troika para discutir la última partida del rescate, de seguir él en su puesto no tendría más opción que asumir la nueva tanda de “reformas”… y morir a continuación, cualquier atardecer invernal, entre dos luces, linchado por una multitud airada. La alternativa que manejan los tremendistas es que se echará elegantemente a un lado y dejará a Alexis Tsipras, con las arcas del tesoro vacías y sin amigos en el establishment financiero, a los pies de los caballos.

 

5.- Mentiras intrascendentes

Atenas, 31.12.2014. Ha empezado la campaña para las elecciones anticipadas en Grecia. Alexis Tsipras, líder de Syriza, la formación de izquierda favorita en los sondeos de opinión, ha pronosticado en el primer mitin de su partido, celebrado en un cine céntrico de Atenas, que esta va a ser una campaña plagada de mentiras terribles en la que la derecha buscará el voto del miedo.

Seguro que acierta. ¿Por qué había de ser una excepción esta campaña? Las mentiras son consustanciales a los procesos electorales; son el perejil de todas las salsas. Mentiras horrendas, calumnias monumentales, insultos retorcidos hasta la náusea: todo vale en nuestras democracias. Lo que en otro momento conduciría directamente al juzgado, si se dice en los idus señalados por las urnas tiene bula. De modo que habrá mentiras en la campaña griega. Muchas. Terribles. Y voto del miedo, faltaría más.

Otra cosa distinta es que esa parafernalia inevitable en las grandes fechas del calendario político tenga alguna utilidad o trascendencia. En el caso griego es muy dudoso, porque las cartas para la partida están repartidas boca arriba desde buen principio. Los comisarios de la troika (la UE, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) se han apresurado, todos a una y nada más fracasar la votación parlamentaria para la presidencia de la república, a conminar al nuevo gobierno griego, sea el que sea, a asumir religiosamente el pago puntual de la deuda, ahondar en las “reformas” y prestar acatamiento diligente a las directrices que en cada momento señale el capital internacional homologado.

Ocurre que ni siquiera el voluntarioso Andonis Samarás puede ser tan dócil como se exige desde los puentes de mando de la tecnocracia global. Grecia está exangüe, y nuevos recortes en plantillas, salarios y pensiones la hundirán más aún en la postración en la que se encuentra. Con un futuro de tintes tan sombríos, si a los “rescatadores” las condiciones impuestas hasta ahora les parecen insuficientes, si por ese lado se mantienen con plena rigidez las exigencias y no se deja ningún resquicio a la esperanza, el miedo a lo desconocido desaparece. El cambio, cualquier cambio, ya no puede ser para peor.

Para un electorado que ha apurado hasta las heces las limitaciones de maniobra de la gobernante Nueva Democracia y de su aliado el Pasok, las dos opciones de cambio disponibles de forma inmediata son Syriza y Amanecer Dorado. De las dos, Syriza es a pesar de su radicalidad la opción “centrada”, porque Amanecer Dorado representa la demencia sin más.

Algunos politólogos señalan que, en estas condiciones, los ataques a Syriza desde dentro y desde fuera del país posiblemente incrementarán la propensión ciudadana a votarles. Es un efecto bien conocido y estudiado cuando se recurre a una polarización estrecha y extrema en unos comicios. La “apelación a la heroica” futbolera tiene ese peligro: si acumulas hombres en el área contraria ganas algunas posibilidades de gol, pero el contrario dispone también de muchas más opciones para un contraataque fulminante.

Conclusión: las mentiras pueden resultar útiles, pero solo a condición de no rebasar un límite determinado. Si se exagera la nota, resultan contraproducentes. Y exagerar la nota es justamente lo que ha hecho de entrada el partido de Samarás. Su lema para la campaña es «Nosotros no jugamos con Grecia». La ciudadanía se troncha de risa.

 

6.- Color local

Atenas, 2.1.2015. Ayer, día primero del año nuevo, cerraron los comercios de Atenas por la fiesta, y hoy siguen cerrados por ser el día fijado por la tradición para hacer inventario. La tradición es tan fuerte que abarca no solo a los grandes almacenes y al pequeño comercio de todo tipo, sino incluso a los puestos callejeros de los mercadillos de viejo, que se verían probablemente en un apuro si alguien les preguntara sobre qué inventario es ese de su negocio, y qué procedimientos reglamentarios siguen para llevarlo a cabo.

Con o sin recuentos o balances, la ciudad dormita la resaca del paso del año bajo un cielo despejado y un sol que no calienta. El día 31 cayó aguanieve sobre la ciudad, y nieve espesa en los montes vecinos del Imittos o en Párniza, donde los fuertes vientos interrumpieron el servicio del teleférico gratuito que sube a los atenienses hasta el lujoso casino de juego instalado en lo alto de la cadena montañosa. Ayer siguió el mal tiempo, en seco pero con vientos helados que hacían casi inservibles bufandas y anoraks. Hoy el frío continúa, aunque ha vuelto el sol. Es un sol con dientes, según la expresión griega.

Por lo menos mi hija ha podido colgar la colada en la terraza, refunfuñando porque las sábanas y prendas de vestir se le ahúman. Y es que, aunque todas las casas del barrio disponen de calefacción central de gasóleo, ya hace años que el precio exorbitante de los combustibles mantiene las calderas inactivas y la gente se calienta quemando en estufas viejas la leña procedente de los bosques vecinos, y en su defecto muebles, trapos y objetos inflamables varios, no homologados. Hay noches en las que el aire de la calle es irrespirable.

La recién iniciada campaña electoral ha quedado paralizada por la fiesta y la resaca consecutivas de estos dos días. Mañana, con el fin de semana, volverá de nuevo a los escenarios consabidos el tinglado de la antigua farsa, para regalo de ojos y oídos más y más escépticos a cada día que pasa.

 

(Continuará)