El “cambio
real” habrá de pasar por el taller.
Ce ne
fut pas Waterloo mais ce ne fut pas Arcole
Ce fut
l’heure où l’on regrette d’avoir manqué l’école…
J.
BREL, “Au suivant”
(No fue
Waterloo pero tampoco Arcole. Fue esa hora
En que
lamentamos haber faltado tanto a la escuela)
Creo que son los hindúes quienes depositan ofrendas en el altar
del dios de los pequeños favores, para ganarse su intercesión. Un favor grande,
grande de verdad, requeriría dirigirse a otra ventanilla, y las respuestas
favorables de esa divinidad diferente y más poderosa están lejos de caer del
cielo todos los días.
Lo señalo porque, variando la geografía pero no la
sustancia del tema, los datos reales de la votación en las elecciones andaluzas
podrán ser algo mejores que los del sondeo que hoy publica El País (Sondeo
40dB); pero hay pocas dudas de que no resolverán el problema gordo. Gracias
sean dadas, entonces, por ese retroceso estimado de Vox, y mejor aún si finalmente
resulta en un pinchazo serio, o en un tantarantán que requiere arreglo de chapa
y pintura.
Ha habido, por la izquierda, muchas diligencias cruzadas
entre los estados mayores mientras las bases miraban hacer; demasiados acentos
circunflejos y párrafos entrecomillados; y por lo menos un acuerdo, tan de ultimísima
hora, que dio toda la sensación de que había sido firmado de mala gana. Algunos
consideran que esas pejigueras no influyen en la militancia, al contrario, la
estimulan. En fin.
En cualquier caso, puede darse por seguro que menguará la
bolsa de votos entregados gratuitamente a la ultraderecha por proletarios/as
(excusen lo viejuno de la expresión) convencidos de estar haciendo militancia
contra el Sistema con mayúsculas. Gran proeza. La socialdemocracia les parece
mal, la izquierda clásica lo mismo, la nueva izquierda no les llena, y a fin de
cuentas lo menos malo les parece el voto a Vox porque consideran que se trata
de un voto firme antisistema.
Ahí se equivocan. La ultraderecha 2.0 es sencillamente la
Caja B del Sistema que abominan. Y ellos mismos, con su confusión fatal, encajan
sin esfuerzo en el molde de un lumpenproletariado 2.0 muy similar en sus maneras
a aquel que describieron, en unas circunstancias sociales muy diferentes, los
autores clásicos del movimiento obrero.
Entonces, a falta de noticias mejores y más consistentes,
bien está que se vaya reduciendo de manera significativa esa bolsa ominosa de voto
proletario entregado sin condiciones, más que prestado, a la ultraderecha. El
camino sigue cuesta arriba, pero aparece un poquito más despejado.