jueves, 23 de junio de 2022

PAUSA PARA LO MARAVILLOSO

 


Carmen en el Museo de Rodas, junto a la “Afrodita saliendo del baño”. A veces tenemos la suerte de ver desplegarse ante nuestros ojos la naturaleza, al modo de ese maravilloso bloque de mármol.

 

 

Mañanita de San Juan es el momento de la iluminación, de la epifanía. Así le ocurrió al infante Arnaldos, según un viejo romance. Al bajar a la playa, vio acercarse desde mar adentro una galera maravillosa. Omito las sedas, el oro torzal, la plata y los corales; lo verdaderamente maravilloso era el cantar del marinero que la guiaba: «Marinero que la guía diciendo viene un cantar, / que la mar ponía en calma, los vientos hace amainar; / los peces que andan al hondo, arriba los hace andar; / las aves que van volando, al mástil vienen posar.»

A ese sentimiento poderoso de renovación íntima y de plenitud solemos llamarlo en el neorromán paladino “cargar las pilas”, un término pobretón y adocenado. Charles Baudelaire lo llamó “elevación”: ¡Feliz aquel que puede lanzarse con ala vigorosa hacia los cielos luminosos y serenos! ¡Feliz quien es capaz de comprender sin esfuerzo el lenguaje de las flores y de las cosas mudas! (*)

La fecha mágica de San Juan parece el día indicado para seguir la invitación del solista y entonar a coro un himno a la alegría orquestado por Beethoven. No es malo dejarse llevar de cuando en cuando por el júbilo, si se hace sin perder de vista el suelo que pisamos y sus aconteceres. El mundo es bueno; el nuevo mundo en el que estamos entrando a trompicones, también lo es.

* “Derrière les ennuis et les vastes chagrins / qui chargent de leur poids l’existence brumeuse, / heureux celui qui peut, d’une aile vigoureuse, / s’élancer vers les champs lumineux et sereins. / Celui dont les pensées, comme des alouettes, / vers le ciel du matin prennent un libre essor. / Qui plane sur la vie et comprend sans effort / le langage des fleurs et des choses muettes.” (En “Les fleurs du mal”)