Las escaleras de salida de la estación de metro Sintagma,
en la tarde de la manifestación del “Oji”. Foto del autor, disculpen la escasa calidad de la imagen..
Continúa
la selección de entradas mías sobre la crisis griega de 2015, iniciada ayer. Las
elecciones anticipadas de 2015 dieron mayoría absoluta a Syriza, y Alexis
Tsipras se vio elevado a la condición de Nuevo Prometeo, al mismo tiempo que el
Sistema preparaba minuciosamente su defenestración. Viví el segundo acto del drama
desde Barcelona.
El
lector desprevenido puede encontrar la primera parte de este texto clicando en https://vamosapuntoycontrapunto.blogspot.com/2022/06/cuadernos-griegos-cronica-personal-de.html
[documento]
7.- Yo
también soy griego, señor Guindos
Barcelona, 14.2.2015. El ministro español don Luis de Guindos ha recomendado al nuevo gobierno griego de Alexis Tsipras las prudentes recetas del presidente Mariano Rajoy para salir de la situación crítica en la que se
encuentra su país: hacer reformas (¿cuáles?, ¿ha estado Guindos en Grecia
recientemente?, ¿ha visto lo que hay?) y pagar a sus acreedores hasta el último
céntimo de la deuda. Se ha declarado solidario con los ciudadanos griegos, pero
no con sus gobiernos. Ese “gobiernos” en plural está colocado ahí para
despistar, todos sabemos que el gobierno anterior sí que le molaba, y en cambio
el actual ni por el forro.
Guindos no está dispuesto a
perdonar a Tsipras ni un solo euro de los 26.000 millones prestados por España
a Grecia en el proceso de rescate. Una manera curiosa de mostrar la solidaridad
con los ciudadanos griegos de la que presume. Ha dicho el ministro que ese
dinero es de todos los españoles, lo cual sugiere que, hombre de convicciones
arraigadas, se muestra solidario no solo con los ciudadanos griegos sino sobre
todo y más aún con los ciudadanos españoles.
Qué va, es un latiguillo
retórico. Todos sabemos cómo se repartirá ese dinero si algún día vuelve a las
arcas del Estado siendo ministro de Economía el señor Guindos o alguno de sus
adláteres: los beneficios de los bancos y la cuenta de resultados de don
Florentino Pérez engordarán un poco más, y el hombre de la calle, el parado, el
desahuciado, el pensionista, el enfermo y el dependiente, el precario que se
lleva al mes 400 euros a cambio de 400 golpes, esos que se jodan.
A tal mecanismo de reparto
llaman “reformas”; a tal tinglado llaman “España”. No es en beneficio de los
ciudadanos griegos, o españoles, o ambos, en lo que está pensando el señor
Guindos, sino en su propio ascenso a los empíreos del Eurogrupo. Su declaración
es un paso más en ese penoso viacrucis. Cuántas declaraciones le quedan aún,
cuántas reverencias a la troika, cuántos besalamanos a Frau
Merkel, cuántos sepancuantos
a los díscolos que pretenden escurrirse disfrazados de noviembre sin depositar
en caja el montante de una dolorosa que no tienen dinero para pagar.
Yo también soy griego, señor
Guindos. Todos somos griegos en esta delirante apoteosis de la desigualdad.
8.- Si
ayudas a Tsipras…
Barcelona, 24.2.2025. … Tsipras te ayudará, Fabio “ay dolor que ves
ahora”. Puedes considerarlo un axioma científico riguroso o bien un consejo de
manual de autoayuda. Como prefieras. Lo importante, Fabio ay, es que tomes
buena nota del sesgo general de los acontecimientos, de los datos que sí
importan, en medio de la tormenta perfecta de datos insignificantes con la que
nos bombardean los observatorios de opinión del establishment. Sigues
empecinado en contar y recontar los porcentajes hipotéticos de apoyo a tu
opción política en las encuestas, las alianzas posibles y las imposibles, los
eventuales quiebros de programa precisos para coser con dos hilvanes
apresurados una alianza capaz de forzar el descarrilamiento de Mariano Rajoy y sus franquicias.
Pero detrás de Mariano Rajoy
están Merkel y Schäuble, están el neoliberalismo de Estado, la
democracia entre paréntesis, el gobierno contra el pueblo y sin el pueblo. Lo
que se disponen a hacer ahora con Tsipras, es lo mismo que harán luego contigo,
Fabio ay. Si obligan a Tsipras a pasar por el aro, por ese mismo aro habrás de
pasar tú. Siga o no siga Rajoy. Incluso con Pablo Iglesias al frente del cotarro.
Estamos inmersos en una
batalla global, y sigues pensando en el “campanario”, expresión didáctica que
emplea con frecuencia mi amigo José Luis López Bulla. O parafraseando a otro buen amigo, Paco Puerto, nos pasan por delante de las narices los
fajos de billetes de 500 euros y tú sigues atento únicamente a la calderilla.
Lo más urgente hoy, Fabio ay,
yo diría que es atender a lo que ocurre entre Grecia y el Eurogrupo, estar
pendientes de la negociación y eventualmente convocar actos solidarios,
manifiestos, firmas, concentraciones, indignación de calle, para propiciar una
solución más favorable a la democracia y menos favorable a la gobernanza
instalada; más favorable al pueblo, a los pueblos, y menos favorable al dinero.
Mientras tanto algunas gigolettes de
nuestra izquierda asentada truenan contra Tsipras por machista: ocho ministros
varones y ni una sola mujer. Pues qué bien. Me recuerdan a los ecologistas que
defienden los derechos de los animales de compañía y se desentienden de los de
sus humanos acompañados. Colocar la corrección política por delante de los
problemas de fondo es condenarse a visitar el limbo. No son los equilibrios de
género lo que garantiza el resultado de una iniciativa política, al fin y al
cabo varones y mujeres son iguales también en su estupidez previsible. Como cantó Georges Brassens, “quand on est con, on est con”.
Ten todo esto en cuenta, Fabio ay amigo.
9.- Deuda
pública, beneficios privados
Barcelona, 5.5.2015. No es solo que exista un “pensamiento único”;
es que, cuando no consigue imponerse, demoniza a los discrepantes.
Lo hemos visto recientemente
en un editorial de El País (3.5.2015) sobre los sindicatos. Se les acusa de no
adaptarse a las «exigencias de una economía global», porque amparan a un sector
“privilegiado” de trabajadores (es decir, el sector menguante de los que tienen
un empleo fijo) contra las propuestas de una reforma laboral que, se supone,
ella sí se encamina con sensatez y rectitud al cumplimiento de las citadas
“exigencias” globales. Se acusa a los sindicatos, en una palabra, de no
contribuir con la debida diligencia a la ruina del mercado de trabajo.
Es el estilo inconfundible
de la modernidad, su santo y seña más característico: una visión clara, directa
y bien perfilada de un futuro de bienestar individual en el que, mala suerte,
realidades tales como la sociedad, el trabajo, la solidaridad, la desigualdad,
desaparecen o quedan fuera de foco sin remedio. Una visión autista, solipsista,
tramposa.
Estoy esperando el día en el
que El País editorialice para volcar en el “maximalismo” de Syriza las culpas de
la penosa situación en la que se encuentra Grecia. Quizá no ocurra aún mañana,
pero ocurrirá. Los batidores del pensamiento oficial están ya hostigando con su
fuego graneado de fusilería a la nueva Grecia, desde sus posiciones avanzadas;
tarde o temprano entrará en acción la artillería pesada.
La solidaridad con Grecia,
con el pueblo griego, con su gobierno, nos es imprescindible en esta situación.
Defender a Grecia hoy es defender a España y a Cataluña. Fue ese
precisamente el lema de un acto solidario celebrado ayer en los locales del
sindicato de CCOO en Barcelona. (No hay casualidad ni equívoco en ese
hermanamiento: la lucha por el trabajo es hoy y aquí la lucha por Grecia. Y
viceversa.)
El Comité de Suport a
Grècia, de la mano del infatigable Antoni Montserrat, nos trajo a la dirigente de Syriza Anna Poulakis para explicar la situación prácticamente
desesperada de su gobierno ante la ex troika, que ya no quiere llamarse así
pero sigue siendo la misma cosa. Grecia pide a las autoridades europeas nada más
que tiempo para poder reestructurar una deuda inasumible e impagable en sus
términos actuales. Y el tiempo le es negado con la misma rigidez dogmática con
que se le ha negado anteriormente el diseño de una política diferente de la que
los mismos poncios impusieron antes a gobiernos griegos más dóciles.
Pero la ingente deuda
pública griega tiene su cómo, su cuándo y su por qué. Está en marcha un proceso
internacional de firmas de adhesión a la creación, por iniciativa de la
presidenta del Parlamento de Grecia (otra gran dama de Syriza, Zoé
Kostadopoulou), de una
Comisión de la Verdad sobre la Deuda Pública. Una Comisión que va a trabajar
para intentar responder, entre otras, a las siguientes preguntas: «¿Qué
ha pasado con el dinero de los préstamos, y en qué condiciones se solicitaron
estos préstamos? ¿Qué intereses se han pagado ya, bajo qué tipos de interés,
qué parte del principal ya se ha devuelto? ¿De qué manera la deuda ha crecido
sin que ello beneficie al pueblo? ¿Qué caminos han tomado los capitales? ¿Para
qué han servido? ¿Qué parte se ha sustraído, por quién y cómo? Y
también:
¿Quién ha pedido prestado, y en nombre de quién? ¿Quién prestó y cuál fue
su papel? ¿De qué manera se ha visto implicado el Estado, quién y cómo tomó las
decisiones? ¿Cómo las deudas privadas se convirtieron en “públicas”? ¿Quién ha
impulsado proyectos inadecuados e inútiles, quién contrató, quién se ha
beneficiado? ¿Se han cometido delitos –por no decir crímenes– con ese dinero? ¿Por qué no se sustancian
responsabilidades civiles, penales y administrativas?»
10.- Grecia
en el aire
Barcelona, 23.6.2015. Lo contó Tucídides, en La guerra del Peloponeso. El
ejército espartano se había desplegado frente a los muros de Atenas, la
juventud de las dos ciudades griegas más poderosas estaba impaciente por
combatir, flotaba en la atmósfera la expectación y la incertidumbre. «Hellás
ápasa metéoros in», toda Grecia estaba en el aire, en vilo.
Pedro
Olalla, helenista,
escritor, cineasta, ha dado ese título, Grecia en el aire, a
un libro (Acantilado, Barcelona 2015) escrito entre 2010 y 2014, cuando Grecia
volvía a estar en vilo, prendida de una amenaza directa a su propia existencia.
Es un paseo sugerente por las piedras de la vieja ciudad, madre de la
democracia, desde la Colina de las Ninfas (capítulo primero) hasta la plaza
Sintagma (último capítulo). Cada parada del recorrido da pie a una
reflexión in situ sobre las instituciones que se dieron a sí
mismos los atenienses y sobre el significado que aún conservan veinticinco
siglos después y en unas circunstancias diametralmente distintas.
Grecia está en el aire; está
en el aire Europa, también. Solo la ignorancia sumada a la prepotencia puede considerar
como una solución factible a un problema de deuda financiera la humillación
deliberada y prolongada de un pueblo y eventualmente su separación, como si se
tratara de la rama podrida de un árbol que solo podrá reverdecer cuando aquella
haya sido amputada.
Es justo al revés. Dejad
caer a Grecia y caerá con ella Europa, un sueño colectivo hecho añicos en el
suelo. La imagen más dolorosa de las noticias de ayer ha sido la de Tsipras sentado a la mesa entre Hollande y Rajoy, que ponen cara de decir a los
espectadores: “no se confundan, nosotros no tenemos nada que ver con este
señor.”
La falta de empatía entre
los gobiernos ha sido unánime, escenificada por un alumnado dócil a la férula
de la maestra señorita Rottenmerkel. Los buenos discípulos recibirán las bandas de
honor, lo malos las orejas de burro y una hora de castigo cara a la pared. Al
final, habrá medidas provisionales de gracia y se admitirán a trámite las
mismas medidas que Grecia había presentado por cuatro veces hace ya meses, y
que entonces no fueron consideradas ni estudiadas por mor de una escenografía
presidida por la desigualdad rampante: el desprecio de los ricos, la
humillación permanente de los pobres.
No basta un aplazamiento de
la sentencia, una prórroga de los plazos taxativos, un leve endulzamiento de
las condiciones draconianas que insufle en las bolsas europeas el optimismo de
que todo va a acabar «bien». ¿Bien? Se están abriendo llagas y heridas cada día
más difíciles de resanar; se está tratando como parias a quienes tienen
estatuto de iguales en una empresa común. O se asientan desde sus fundamentos
los pilares de una nueva Europa democrática y solidaria, o toda la verborrea
que reproducen hoy los periódicos no pasará de la categoría de los paños
calientes para un paciente en estado terminal.
11.- Ni
contigo ni sin ti
Atenas, 25.6.2015. Estoy de nuevo en Grecia. En el momento de
despegar el avión existían, según los arúspices, grandes posibilidades de
acuerdo en el Eurogrupo, y las bolsas europeas subían como la espuma. Consumado
el descenso a tierra, las cosas siguen tan mal como estaban o peor, y las
cotizaciones retroceden. El ministro de Finanzas alemán Wolfgang Schäuble ha dicho entre medias que la última
propuesta griega es un paso atrás, y que ahora es más difícil que nunca el
preceptivo visto bueno de la Unión Europea.
He tanteado los ánimos de mi
familia griega, y noto que no ha aumentado tanto la indignación como el fatalismo.
Las cosas tomarán un rumbo u otro, dicen, pero no depende ya de Tsipras ni de Varoufakis, y además quedarse o salirse del euro no
será tan diferente. Dentro o fuera las normas son las mismas, los bancos se
comportan de forma parecida, las autoridades monetarias imponen la misma
austeridad a los pobres y toleran el mismo desenfreno de los ricos. El “Grexit” no ayudará a conjurar el “Brexit”, argumentan; más bien al contrario, los
euroescépticos crecerán en todas partes. Y nadie, a excepción de los jefes del
Bundesbank, va a entender las razones del cabreo moruno del ciudadano Schäuble,
que truena como si fuera Jehová en la cumbre del Sinaí.
Lo que le ocurre a Grecia ya
le pasó a Edipo. Mató a
su padre y se folló a su madre, vaya, eso no está ni medio bien, pero es que no
sabía quiénes eran, nadie se lo había dicho. Le jugaron entre todos una mala
pasada al ocultarle información sensible. Eso también habría que tenerlo en
cuenta ¿no? Pues no, las Furias se le echaron encima como lobas, dispuestas a descuartizarlo
y esparcir sus restos por el monte.
Las Furias, es decir: Lagarde,
Schäuble, Draghi, Dijsselbloem, De Guindos. Pueden ir añadiendo nombres, por ejemplo el
de Luis María Linde, gobernador
del Banco de España, que se sale ahora con la petenera de la quiebra inevitable
del sistema de pensiones y alerta al pobrerío en general de que cotizar en la
seguridad social no va a salvar a nadie de la quema.
«¡Los pobres sois culpables,
aunque no sepáis por qué!», claman los ricos poseídos por las Furias. «¡Vaya
cara, ir a pedir a los ricos que os saquen las castañas del fuego! ¡Espabilad!
¡Los ricos tienen otros problemas!»
En resumidas cuentas, lo que
ocurra el próximo 30 de junio no va a tener tanta trascendencia. Si Grecia sale
del club del euro, será la catástrofe, la devaluación, la caída en el abismo de
la miseria social. Pero si se aceptan las condiciones de Schäuble, el resultado
será el mismo, por otras vías.
Y lo que vale para Grecia,
vale para el resto de la cofradía, y desde luego también para España. Los
jerarcas del FMI nos lo han recordado con escasa amabilidad hace pocos meses.
El gobernador señor Linde ha vuelto a decirlo hace nada, con modales que van
desde la impertinencia hasta el humor negro tan viral en las polémicas de las
redes sociales, en los tiempos que corren.
Si esto sigue así, habrá que
colgar en el frontispicio de la Unión Europea un cartel con aquel verso
del Dante: «Lasciate
ogni speranza, voi ch’entrate.»