sábado, 4 de junio de 2022

CUADERNOS GRIEGOS. CRÓNICA PERSONAL DE LA CRISIS (II)

 


Las escaleras de salida de la estación de metro Sintagma, en la tarde de la manifestación del “Oji”. Foto del autor, disculpen la escasa calidad de la imagen..

 

Continúa la selección de entradas mías sobre la crisis griega de 2015, iniciada ayer. Las elecciones anticipadas de 2015 dieron mayoría absoluta a Syriza, y Alexis Tsipras se vio elevado a la condición de Nuevo Prometeo, al mismo tiempo que el Sistema preparaba minuciosamente su defenestración. Viví el segundo acto del drama desde Barcelona.

El lector desprevenido puede encontrar la primera parte de este texto clicando en https://vamosapuntoycontrapunto.blogspot.com/2022/06/cuadernos-griegos-cronica-personal-de.html

 

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7.- Yo también soy griego, señor Guindos

Barcelona, 14.2.2015. El ministro español don Luis de Guindos ha recomendado al nuevo gobierno griego de Alexis Tsipras las prudentes recetas del presidente Mariano Rajoy para salir de la situación crítica en la que se encuentra su país: hacer reformas (¿cuáles?, ¿ha estado Guindos en Grecia recientemente?, ¿ha visto lo que hay?) y pagar a sus acreedores hasta el último céntimo de la deuda. Se ha declarado solidario con los ciudadanos griegos, pero no con sus gobiernos. Ese “gobiernos” en plural está colocado ahí para despistar, todos sabemos que el gobierno anterior sí que le molaba, y en cambio el actual ni por el forro.

Guindos no está dispuesto a perdonar a Tsipras ni un solo euro de los 26.000 millones prestados por España a Grecia en el proceso de rescate. Una manera curiosa de mostrar la solidaridad con los ciudadanos griegos de la que presume. Ha dicho el ministro que ese dinero es de todos los españoles, lo cual sugiere que, hombre de convicciones arraigadas, se muestra solidario no solo con los ciudadanos griegos sino sobre todo y más aún con los ciudadanos españoles.

Qué va, es un latiguillo retórico. Todos sabemos cómo se repartirá ese dinero si algún día vuelve a las arcas del Estado siendo ministro de Economía el señor Guindos o alguno de sus adláteres: los beneficios de los bancos y la cuenta de resultados de don Florentino Pérez engordarán un poco más, y el hombre de la calle, el parado, el desahuciado, el pensionista, el enfermo y el dependiente, el precario que se lleva al mes 400 euros a cambio de 400 golpes, esos que se jodan.

A tal mecanismo de reparto llaman “reformas”; a tal tinglado llaman “España”. No es en beneficio de los ciudadanos griegos, o españoles, o ambos, en lo que está pensando el señor Guindos, sino en su propio ascenso a los empíreos del Eurogrupo. Su declaración es un paso más en ese penoso viacrucis. Cuántas declaraciones le quedan aún, cuántas reverencias a la troika, cuántos besalamanos a Frau Merkel, cuántos sepancuantos a los díscolos que pretenden escurrirse disfrazados de noviembre sin depositar en caja el montante de una dolorosa que no tienen dinero para pagar.

Yo también soy griego, señor Guindos. Todos somos griegos en esta delirante apoteosis de la desigualdad.

 

8.- Si ayudas a Tsipras…

Barcelona, 24.2.2025. … Tsipras te ayudará, Fabio “ay dolor que ves ahora”. Puedes considerarlo un axioma científico riguroso o bien un consejo de manual de autoayuda. Como prefieras. Lo importante, Fabio ay, es que tomes buena nota del sesgo general de los acontecimientos, de los datos que sí importan, en medio de la tormenta perfecta de datos insignificantes con la que nos bombardean los observatorios de opinión del establishment. Sigues empecinado en contar y recontar los porcentajes hipotéticos de apoyo a tu opción política en las encuestas, las alianzas posibles y las imposibles, los eventuales quiebros de programa precisos para coser con dos hilvanes apresurados una alianza capaz de forzar el descarrilamiento de Mariano Rajoy y sus franquicias.

Pero detrás de Mariano Rajoy están Merkel y Schäuble, están el neoliberalismo de Estado, la democracia entre paréntesis, el gobierno contra el pueblo y sin el pueblo. Lo que se disponen a hacer ahora con Tsipras, es lo mismo que harán luego contigo, Fabio ay. Si obligan a Tsipras a pasar por el aro, por ese mismo aro habrás de pasar tú. Siga o no siga Rajoy. Incluso con Pablo Iglesias al frente del cotarro.

Estamos inmersos en una batalla global, y sigues pensando en el “campanario”, expresión didáctica que emplea con frecuencia mi amigo José Luis López Bulla. O parafraseando a otro buen amigo, Paco Puerto, nos pasan por delante de las narices los fajos de billetes de 500 euros y tú sigues atento únicamente a la calderilla.

Lo más urgente hoy, Fabio ay, yo diría que es atender a lo que ocurre entre Grecia y el Eurogrupo, estar pendientes de la negociación y eventualmente convocar actos solidarios, manifiestos, firmas, concentraciones, indignación de calle, para propiciar una solución más favorable a la democracia y menos favorable a la gobernanza instalada; más favorable al pueblo, a los pueblos, y menos favorable al dinero.

Mientras tanto algunas gigolettes de nuestra izquierda asentada truenan contra Tsipras por machista: ocho ministros varones y ni una sola mujer. Pues qué bien. Me recuerdan a los ecologistas que defienden los derechos de los animales de compañía y se desentienden de los de sus humanos acompañados. Colocar la corrección política por delante de los problemas de fondo es condenarse a visitar el limbo. No son los equilibrios de género lo que garantiza el resultado de una iniciativa política, al fin y al cabo varones y mujeres son iguales también en su estupidez previsible. Como cantó Georges Brassens, “quand on est con, on est con”.

Ten todo esto en cuenta, Fabio ay amigo.

 

9.- Deuda pública, beneficios privados

Barcelona, 5.5.2015. No es solo que exista un “pensamiento único”; es que, cuando no consigue imponerse, demoniza a los discrepantes.

Lo hemos visto recientemente en un editorial de El País (3.5.2015) sobre los sindicatos. Se les acusa de no adaptarse a las «exigencias de una economía global», porque amparan a un sector “privilegiado” de trabajadores (es decir, el sector menguante de los que tienen un empleo fijo) contra las propuestas de una reforma laboral que, se supone, ella sí se encamina con sensatez y rectitud al cumplimiento de las citadas “exigencias” globales. Se acusa a los sindicatos, en una palabra, de no contribuir con la debida diligencia a la ruina del mercado de trabajo.

Es el estilo inconfundible de la modernidad, su santo y seña más característico: una visión clara, directa y bien perfilada de un futuro de bienestar individual en el que, mala suerte, realidades tales como la sociedad, el trabajo, la solidaridad, la desigualdad, desaparecen o quedan fuera de foco sin remedio. Una visión autista, solipsista, tramposa.

Estoy esperando el día en el que El País editorialice para volcar en el “maximalismo” de Syriza las culpas de la penosa situación en la que se encuentra Grecia. Quizá no ocurra aún mañana, pero ocurrirá. Los batidores del pensamiento oficial están ya hostigando con su fuego graneado de fusilería a la nueva Grecia, desde sus posiciones avanzadas; tarde o temprano entrará en acción la artillería pesada.

La solidaridad con Grecia, con el pueblo griego, con su gobierno, nos es imprescindible en esta situación. Defender a Grecia hoy es defender a España y a Cataluña. Fue ese precisamente el lema de un acto solidario celebrado ayer en los locales del sindicato de CCOO en Barcelona. (No hay casualidad ni equívoco en ese hermanamiento: la lucha por el trabajo es hoy y aquí la lucha por Grecia. Y viceversa.)

El Comité de Suport a Grècia, de la mano del infatigable Antoni Montserrat, nos trajo a la dirigente de Syriza Anna Poulakis para explicar la situación prácticamente desesperada de su gobierno ante la ex troika, que ya no quiere llamarse así pero sigue siendo la misma cosa. Grecia pide a las autoridades europeas nada más que tiempo para poder reestructurar una deuda inasumible e impagable en sus términos actuales. Y el tiempo le es negado con la misma rigidez dogmática con que se le ha negado anteriormente el diseño de una política diferente de la que los mismos poncios impusieron antes a gobiernos griegos más dóciles.

Pero la ingente deuda pública griega tiene su cómo, su cuándo y su por qué. Está en marcha un proceso internacional de firmas de adhesión a la creación, por iniciativa de la presidenta del Parlamento de Grecia (otra gran dama de Syriza, Zoé Kostadopoulou), de una Comisión de la Verdad sobre la Deuda Pública. Una Comisión que va a trabajar para intentar responder, entre otras, a las siguientes preguntas: «¿Qué ha pasado con el dinero de los préstamos, y en qué condiciones se solicitaron estos préstamos? ¿Qué intereses se han pagado ya, bajo qué tipos de interés, qué parte del principal ya se ha devuelto? ¿De qué manera la deuda ha crecido sin que ello beneficie al pueblo? ¿Qué caminos han tomado los capitales? ¿Para qué han servido? ¿Qué parte se ha sustraído, por quién y cómo? Y también:

¿Quién ha pedido prestado, y en nombre de quién? ¿Quién prestó y cuál fue su papel? ¿De qué manera se ha visto implicado el Estado, quién y cómo tomó las decisiones? ¿Cómo las deudas privadas se convirtieron en “públicas”? ¿Quién ha impulsado proyectos inadecuados e inútiles, quién contrató, quién se ha beneficiado? ¿Se han cometido delitos –por no decir crímenes– con  ese dinero? ¿Por qué no se sustancian responsabilidades civiles, penales y administrativas?» 

 

10.- Grecia en el aire

Barcelona, 23.6.2015. Lo contó Tucídides, en La guerra del Peloponeso. El ejército espartano se había desplegado frente a los muros de Atenas, la juventud de las dos ciudades griegas más poderosas estaba impaciente por combatir, flotaba en la atmósfera la expectación y la incertidumbre. «Hellás ápasa metéoros in», toda Grecia estaba en el aire, en vilo.

Pedro Olalla, helenista, escritor, cineasta, ha dado ese título, Grecia en el aire, a un libro (Acantilado, Barcelona 2015) escrito entre 2010 y 2014, cuando Grecia volvía a estar en vilo, prendida de una amenaza directa a su propia existencia. Es un paseo sugerente por las piedras de la vieja ciudad, madre de la democracia, desde la Colina de las Ninfas (capítulo primero) hasta la plaza Sintagma (último capítulo). Cada parada del recorrido da pie a una reflexión in situ sobre las instituciones que se dieron a sí mismos los atenienses y sobre el significado que aún conservan veinticinco siglos después y en unas circunstancias diametralmente distintas.

Grecia está en el aire; está en el aire Europa, también. Solo la ignorancia sumada a la prepotencia puede considerar como una solución factible a un problema de deuda financiera la humillación deliberada y prolongada de un pueblo y eventualmente su separación, como si se tratara de la rama podrida de un árbol que solo podrá reverdecer cuando aquella haya sido amputada.

Es justo al revés. Dejad caer a Grecia y caerá con ella Europa, un sueño colectivo hecho añicos en el suelo. La imagen más dolorosa de las noticias de ayer ha sido la de Tsipras sentado a la mesa entre Hollande y Rajoy, que ponen cara de decir a los espectadores: “no se confundan, nosotros no tenemos nada que ver con este señor.”

La falta de empatía entre los gobiernos ha sido unánime, escenificada por un alumnado dócil a la férula de la maestra señorita Rottenmerkel. Los buenos discípulos recibirán las bandas de honor, lo malos las orejas de burro y una hora de castigo cara a la pared. Al final, habrá medidas provisionales de gracia y se admitirán a trámite las mismas medidas que Grecia había presentado por cuatro veces hace ya meses, y que entonces no fueron consideradas ni estudiadas por mor de una escenografía presidida por la desigualdad rampante: el desprecio de los ricos, la humillación permanente de los pobres.

No basta un aplazamiento de la sentencia, una prórroga de los plazos taxativos, un leve endulzamiento de las condiciones draconianas que insufle en las bolsas europeas el optimismo de que todo va a acabar «bien». ¿Bien? Se están abriendo llagas y heridas cada día más difíciles de resanar; se está tratando como parias a quienes tienen estatuto de iguales en una empresa común. O se asientan desde sus fundamentos los pilares de una nueva Europa democrática y solidaria, o toda la verborrea que reproducen hoy los periódicos no pasará de la categoría de los paños calientes para un paciente en estado terminal.

 

11.- Ni contigo ni sin ti

Atenas, 25.6.2015. Estoy de nuevo en Grecia. En el momento de despegar el avión existían, según los arúspices, grandes posibilidades de acuerdo en el Eurogrupo, y las bolsas europeas subían como la espuma. Consumado el descenso a tierra, las cosas siguen tan mal como estaban o peor, y las cotizaciones retroceden. El ministro de Finanzas alemán Wolfgang Schäuble ha dicho entre medias que la última propuesta griega es un paso atrás, y que ahora es más difícil que nunca el preceptivo visto bueno de la Unión Europea.

He tanteado los ánimos de mi familia griega, y noto que no ha aumentado tanto la indignación como el fatalismo. Las cosas tomarán un rumbo u otro, dicen, pero no depende ya de Tsipras ni de Varoufakis, y además quedarse o salirse del euro no será tan diferente. Dentro o fuera las normas son las mismas, los bancos se comportan de forma parecida, las autoridades monetarias imponen la misma austeridad a los pobres y toleran el mismo desenfreno de los ricos. El “Grexit” no ayudará a conjurar el “Brexit”, argumentan; más bien al contrario, los euroescépticos crecerán en todas partes. Y nadie, a excepción de los jefes del Bundesbank, va a entender las razones del cabreo moruno del ciudadano Schäuble, que truena como si fuera Jehová en la cumbre del Sinaí.

Lo que le ocurre a Grecia ya le pasó a Edipo. Mató a su padre y se folló a su madre, vaya, eso no está ni medio bien, pero es que no sabía quiénes eran, nadie se lo había dicho. Le jugaron entre todos una mala pasada al ocultarle información sensible. Eso también habría que tenerlo en cuenta ¿no? Pues no, las Furias se le echaron encima como lobas, dispuestas a descuartizarlo y esparcir sus restos por el monte.

Las Furias, es decir: Lagarde, Schäuble, Draghi, Dijsselbloem, De Guindos. Pueden ir añadiendo nombres, por ejemplo el de Luis María Linde, gobernador del Banco de España, que se sale ahora con la petenera de la quiebra inevitable del sistema de pensiones y alerta al pobrerío en general de que cotizar en la seguridad social no va a salvar a nadie de la quema.

«¡Los pobres sois culpables, aunque no sepáis por qué!», claman los ricos poseídos por las Furias. «¡Vaya cara, ir a pedir a los ricos que os saquen las castañas del fuego! ¡Espabilad! ¡Los ricos tienen otros problemas!»

En resumidas cuentas, lo que ocurra el próximo 30 de junio no va a tener tanta trascendencia. Si Grecia sale del club del euro, será la catástrofe, la devaluación, la caída en el abismo de la miseria social. Pero si se aceptan las condiciones de Schäuble, el resultado será el mismo, por otras vías.

Y lo que vale para Grecia, vale para el resto de la cofradía, y desde luego también para España. Los jerarcas del FMI nos lo han recordado con escasa amabilidad hace pocos meses. El gobernador señor Linde ha vuelto a decirlo hace nada, con modales que van desde la impertinencia hasta el humor negro tan viral en las polémicas de las redes sociales, en los tiempos que corren.

Si esto sigue así, habrá que colgar en el frontispicio de la Unión Europea un cartel con aquel verso del Dante: «Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate.»