miércoles, 29 de junio de 2022

DEBAJO DEL FLANCO SUR

 


Ernst Ludwig Kirchner, “Strassenszene”. Imagen expresionista de Berlín en los años treinta.

 

Nadie se llame a engaño, las indignaciones de mis amigos son también mis indignaciones. Desearía alinearme en política internacional al lado del gobierno de progreso y de sus altos menesteres en la defensa de la civilización occidental, pero no me sale.

Veamos. Suecia y Finlandia están ya en trámite de entrada en el Nuevo Orden mundial, y a España le tocan dos destructores más en la base de Rota. Si no les gusta el nombre, utilicen el equivalente sajón, “destroyers”. Suena más fino. Las tripulaciones se pondrán morás de pescaíto frito y fino de Sanlúcar, en los compases de espera. El negocio turístico se reanimará en la zona. Harán falta más camareros; tal vez se les pagará más y se les proporcionarán nuevos uniformes, es una cuestión de prestigio nacional.

El Nuevo Orden mundial va a completarse con algunos otros retoques, según El País, que en estas cuestiones suele ser certero: «Washington abrirá en Polonia un cuartel general permanente, desplegará una brigada rotatoria dotada con unos 3.500 soldados en Rumania, estacionará dos escuadrones adicionales de aviones de combate F-35 en el Reino Unido y reforzará la presencia militar en los países bálticos y el posicionamiento de defensas antiaéreas en Alemania e Italia».

Es todo un panorama, que para guinda del pastel viene a ocurrir después del final de la Historia secundum Fukuyama. Podríamos preguntarnos, como en aquella película, qué hemos hecho para merecer esto. Observen que El País no se toma la molestia de disimular: el sujeto de la oración gramatical no es la OTAN, sino Washington. Las jerarquías son las jerarquías, Biden es el baranda y Stoltenberg el becario adjunto.

El panorama empeora aún un poco más si levantamos la alfombra y miramos lo que queda debajo del Flanco Sur de la OTAN; o sea, la selva virgen geoestratégica. Los destroyers esperan pacientes más arriba, el régimen alauita ejerce las funciones de rutina que le son esporádicamente encomendadas, Black Lives No Matter.

El final real de la Historia empieza por debajo del cinturón de la OTAN, allí donde se almacenan las materias primas estratégicas sin que nadie las proteja de la rapiña, y los países civilizados dan vía libre a su testosterona.