viernes, 24 de noviembre de 2017

DESIGUALDADES Y DISCRIMINACIONES


El reciente informe sobre el empleo de la Comisión Europea apunta a una situación “crítica” de España en los temas de la desigualdad de rentas y la formación, con unos índices muy altos de abandono escolar, que es otra forma de desigualdad. En otros indicadores sociales, la valoración de la situación española no es tan mala, pero se mantiene “bajo vigilancia” (solo un escalón por debajo de lo “crítico”). En conjunto, el juego cruzado de desigualdades y discriminaciones nos sitúa como parte de un pelotón de los torpes compuesto además por Grecia, Bulgaria y Lituania.
Hay diferencias excesivas en las tasas de empleo entre los trabajadores más y los menos cualificados; en la distribución de las mejoras en empleo entre los distintos grupos de población; en las oportunidades de acceso a la educación, la formación y la protección social. La Comisión recrimina al Gobierno español el mal comportamiento de los mercados de trabajo y el impacto escaso de sus políticas sociales. Deberían mejorarse el diseño de los impuestos, los sistemas de prestaciones sociales y el impulso a la igualdad de oportunidades en la educación y la formación.
Desigualdades y discriminaciones graves, y en algunos casos aún en crecimiento, cuestionan el mantra gubernamental de que “estamos en el buen camino” de la salida de la crisis. Al respecto, en las filas del ejecutivo se hace uso de una combinación letal que consiste por una parte en cerrar los ojos, y por otra en mirar aplicadamente a otro lado.
Recientemente, ese otro lado a donde se mira es de preferencia el problema catalán. Cataluña es una de olla de grillos que contrasta con la serenidad de las aguas límpidas en el resto de la geografía patria. Eme Punto Rajoy, el hombre que combate las desigualdades con sobresueldos a sus leales, se felicita ahora a sí mismo por el éxito de su terapia especial ciento cincuenta y cinco para el problema catalán. La morosa atención prestada a la lucha contra el separatismo y el populismo le permite insistir en el “buen camino” del “sentido común” emprendido hace cinco años, por más que la cosecha en bienestar sea magra para el conjunto de la ciudadanía, si exceptuamos a los paniaguados del partido alfa.
La Comisión Europea urge al gobierno español a emprender rectificaciones de fondo, que ni siquiera son percibidas en la lontananza por nuestro ejecutivo. Están en riesgo, dice el informe de la Comisión, «la equidad, la inclusión social y el crecimiento sostenible».
Ni flores.
Los árboles no dejan ver el bosque. Las banderas que proliferan en las grandes avenidas no nos permiten ver con claridad que este gobierno es, en sí mismo y en sus formas de ejercer, un peligro cierto para todos.