sábado, 26 de abril de 2014

AL SERVICIO DE LA BANCA

De forma tradicional se incluye a la banca en el sector Servicios de la economía. La cosa es plausible, sobre todo si se añade una precisión: Servicios Recibidos. Lo digo porque, después de dos grandes rescates sucesivos por valor de muchos miles de millones de euros, el Gobierno ha hecho por decreto, es decir, sin pasar por la fiscalización del parlamento, la institución que encarna (de forma más teórica que práctica) la soberanía nacional, un jugoso regalo a la banca española: se le permite la capitalización desde ahora mismo de las futuras deducciones fiscales que puedan corresponderle. Para calcularlas, cada cual no tiene más que tirar de papel y lápiz y empezar a sumar.

Esas deducciones es innecesario señalarlo, no las vamos a tener ni usted ni yo. Ni soñar, encima, en que se nos conceda la posibilidad de monetizarlas. El favor que desde el gobierno se hace a la banca se inscribe, sencillamente, en un marco ya añejo y bien consolidado de colusión entre los intereses privadopúblicos y los publicoprivados. También, y por la misma regla de tres, se ha rescatado a las autopistas madrileñas, que se encontraban al borde de la quiebra dolosa. Mientras tanto, siguen los desahucios a familias impotentes para conseguir créditos, ni baratos ni caros.

El ahorro que supone para la banca (privada, no lo olvidemos) esa concesión graciosa del gobierno se sitúa en el orden de los 40.000 millones de euros. O sea, nuestra banca está que rebosa. Las agencias internacionales, los Fitch y Standard & Poor’s, le han subido la nota. Con disimulo, se relamen al hacerlo. Todo esto será carnaza, a fin de cuentas, para el próximo vendaval especulativo global que sople desde Singapur o desde Cincinnati. Aviso a navegantes: ya va faltando menos para tal evento.

La bonanza actual de las finanzas de nuestro país, sin embargo, es innegable. Siempre y cuando no miremos a nuestro alrededor. Y es que, como ocurre con los videojuegos, la pétrea solidez de nuestras instituciones de crédito y ahorro sólo es visible en el ordenador. Aquí, si uno clica con astucia y se vale de los diversos Bonus, los miles de millones se multiplican hasta alcanzar cantidades inverosímiles. “You Win”, te saluda la nube de colores con un fondo sonoro de explosiones de cohetes. Pero si el aparato está apagado y la pantalla en negro, los datos son diferentes. Sigue la contracción del crédito, el paro apenas desciende, no hay creación de empleo, las exportaciones menguan, las pensiones van a ser recortadas de nuevo, las facturas de la luz engordan y la Unión Europea apremia para que se suba más el IVA. En todos estos asuntos, la exuberante lozanía de nuestra banca privada es un factor desdeñable, un cero a la izquierda.

¿A quién sirve entonces la banca? O expresada de una forma más cruda, he aquí la pregunta del millón:¿Para qué sirve la banca?

Una pista para los posibles concursantes: «Para nada» NO es la respuesta correcta.