jueves, 24 de abril de 2014

ELOGIO DE QUIM GONZÁLEZ

Enseña el maestro Perogrullo que ante la grave situación por la que atraviesan tanto la economía como el sindicalismo, caben dos actitudes: a) caer en el desánimo; b) no caer en el desánimo. Quim González Muntadas personifica a la perfección esta segunda actitud. Invito al lector a saborear a fondo su escrito más reciente (No habrá cambio de modelo productivo sin cambio de las relaciones laborales), que arranca de las siguientes premisas:
«No habrá nuevo modelo productivo si no somos capaces de cambiar las bases y la filosofía que inspiran la gestión de las personas, y si sus gestores no aprecian la necesidad de cambiar los valores dominantes por otros centrados en la gestión de nuevas formas y maneras de trabajar y de relacionarse en la empresa. No habrá nueva economía sin unas relaciones laborales que sitúen la búsqueda del conocimiento y la creatividad en el centro mismo de la gestión empresarial.»
Muy cierto. Quizás algunos estamos hablando en enigmas, y los enigmas asustan en la medida en que no se entienden. Hablamos de «mutación» y de «nuevo paradigma», y alguien puede entender que se trata de peligros, o de trampas alevosas tendidas por alguien al modo de funcionar “de siempre”. No. Son el nuevo terreno en el que es necesario actuar. Quim se sitúa con toda naturalidad en la distancia corta, y da al fenómeno un nombre familiar y comprensible: «nuevo modelo productivo». Y a continuación, agárrate que vienen curvas, nos convoca a todos al alboroto. Si queremos un nuevo modelo productivo, debe cambiar la gestión empresarial, deben cambiar la concepción y la valoración del trabajo, debe cambiar la relación entre empresario y sindicato. Las relaciones laborales actuales son un lastre y un freno poderoso al proceso de establecer ese nuevo modelo necesario. En tanto se cambia el marco legal, cosa que habrá de venir por sus pasos, ¿por qué no empezar por establecer acuerdos razonables entre los actores sociales con vistas a la consolidación de ese nuevo modelo con las ventajas que conlleva? ¿No es el momento acaso de arrimar todos el hombro y prevenir de ese modo más desgracias para las empresas y para los trabajadores?
El alboroto, como he dicho antes. Bravo, Quim. Empezar a arremangarse, empezar a trabajar, empezar a hablar. Ir de frente. Seguro que habrá quien vuelva la espalda a una oferta franca de diálogo, pero todo avance empieza por un primer paso.
Tuve el privilegio de estar presente en la clausura del congreso de la FITEQA en la que Quim se despidió de muchos años de sindicalismo en primera línea. Aquel día Toxo le dedicó en su parlamento un elogio sorprendente para mí. Dijo que Quim González había sido ejemplo perfecto de un «sindicalismo de proximidad». Mi sorpresa no va referida a que Quim no merezca ese elogio, sino al concepto mismo. Sindicalismo de proximidad, ¿es que hay otro? Disculpen mi deformación profesional por hablar de figuras retóricas: sindicalismo de larga distancia me parecería un oxímoron, sindicalismo de proximidad lo tengo por un pleonasmo.