Yo no estaba en la
parroquia de Sant Medir el día 20 de noviembre de 1964. No aterricé en
Barcelona hasta el otoño de 1969, con un contrato de trabajo en una editorial
de pequeño tamaño. Me casé en 1970, y entré en contacto con el movimiento de
las comisiones obreras después de ser elegido representante sindical por mi
empresa en las elecciones de 1971. En los años siguientes mi relación con el movimiento
sociopolítico que despuntaba en aquellas fechas estuvo marcada por el
activismo, pero no por el conocimiento. Quiero decir que participé en la lucha
por las libertades tanto en las salas de la casa sindical como en la calle,
pero en cambio desconocía el funcionamiento de la industria, los procesos, las
máquinas, las características y las categorías concretas del trabajo asalariado
en mi sector. Era algo que nos ocurría a muchos de los que estábamos en mi
situación. En mi generación lo primero de todo consistió en «asaltar los
cielos», y una vez asaltados hubimos de sentarnos a discutir qué era lo que convenía hacer
a continuación, dadas las responsabilidades de que nuestros compañeros nos
habían investido.
En mi caso
confluyeron varias casualidades, que me situaron de sopetón al frente de la
Federación del Papel y las Artes Gráficas de Cataluña, recién emergida a la
legalidad. Sin ningún rodaje ni experiencia previa de negociación, hube de
ponerme a la tarea de aprender «desde arriba» y en plan autodidacta. En las
condiciones en que estábamos, los compañeros que formábamos el núcleo dirigente
de la Federación inventábamos lo que no sabíamos y caímos en muchos errores de
concepto y mucha precipitación, que nos costaron derrotas; pero la organización
se consolidó poco a poco, y el aprendizaje empezó a dar frutos.
Entre los pocos
papeles que conservo de la época, figura un «Informe del secretariado (esquema
de discusión)» que fue presentado a un Consell de la Federación el día 23 de
junio de 1979. El papel, con el membrete de la Federación en la cabecera, lo he
encontrado metido entre las páginas de la ponencia de acción sindical del I
Congreso confederal (junio 1978), que evidentemente sirvió de fuente de
inspiración. Pero detrás de los cinco folios mecanografiados que fueron
discutidos en aquella sesión, conservo parte de un borrador escrito a mano por
mí, torturado por continuas enmiendas, tachaduras y añadidos, que a fin de
cuentas no utilicé pero que me pareció útil conservar para alguna ocasión posterior
que nunca se presentó.
El título del
borrador es «LA POLÍTICA DE NEGOCIACIÓN COLECTIVA». Se examinan en primer lugar
las condiciones de precariedad en que se aborda la negociación para el año
1980. «El primer escalón de la
negociación, el más general, no afecta solo al ramo. Necesitamos aún consolidar
derechos fundamentales: seguridad del puesto de trabajo (frente al despido
libre), huelga, libre asociación. El “paquete sindical” impone el primer
escalón. Ahí empieza el convenio de 1980. Perderlo es perder todo lo demás.»
A continuación se
desarrolla en el escrito una caracterización sucinta del proceso de
crisis-reestructuración que afecta al sector. Es un análisis desigual que
seguramente no me satisfizo del todo, y por eso lo descarté para repensarlo en
mejor ocasión. En todo caso se apuntan cosas que el tiempo vino a confirmar.
Valga la excusa para dar a conocer ahora algunos párrafos de unas notas inéditas
que han permanecido encerradas en un cajón durante treinta y cinco años.
«En los sectores del Papel, de las Artes Gráficas y
de la Prensa, la crisis – muy aguda – viene acompañada de un elemento
sorpresivo: una fuerte inversión en tecnología nueva, un incremento de la
capacidad productiva instalada que se produce simultáneamente a una atonía
grave del mercado. No hace falta hurgar mucho para explicar esta aparente
contradicción: esa renovación tecnológica es una inversión “a plazo” de
capitales extranjeros, que financian ahora las pérdidas de esas empresas, con
la intención de remodelar a fondo el sector y de salir con ventaja en la
«carrera hacia Europa» cuando España ingrese en la CEE.
»Así vemos
que en las Industrias Gráficas se están cerrando ya muchas empresas marginales
o mal dimensionadas, se tiende a una mayor concentración de la producción
(aunque las unidades de producción características siguen teniendo la forma de PYMEs),
bien a través de la eliminación de la competencia, bien a través de acuerdos
estables entre empresas para abarcar conjuntamente todo un ciclo productivo; p.
ej., fotocomposición, impresión en offset y encuadernación.
»En el
sector Prensa se han introducido innovaciones (rotativas ultrarrápidas, IBM,
teclados electrónicos) que resultan escasamente justificadas por las tiradas de
los periódicos y que no han ido acompañadas de la organización y la
racionalización de métodos necesarias para alcanzar los objetivos que, en
teoría, habrían de cubrir las empresas: ganancia de tiempo, ahorro,
productividad. La gran mayoría de empresas periodísticas están abocadas a una
crisis crónica, y su supervivencia puede parecer un «milagro diario», pero
viene determinada por apuestas «políticas» realizadas entre bastidores que, en
el momento oportuno, cristalizarán en un redimensionamiento del sector que
puede tener consecuencias muy graves, tanto desde el punto de vista de los
puestos de trabajo como desde el de las posibilidades de libre circulación de
ideas, que una democracia debería ser capaz de garantizar.
»En el Papel
la crisis es mucho más reciente (el 78 fue, en realidad, el primer “mal año”)
pero ya desde antes se percibían los mismos síntomas; por ejemplo, con las
extravagantes inversiones de Sarrió en Allo, que condujeron sucesivamente a la
suspensión de pagos, a la drástica reducción de plantilla y a la ya casi
ultimada operación de venta de la planta a una multinacional. Esa operación
puede tener muchos imitadores; ahora prácticamente todas las papeleras están en
un proceso de redimensionamiento que, a no dudar, producirá cierres y una
acentuación del monopolio práctico de las “grandes”.
»Es ingenuo
favorecer indiscriminadamente la «inversión» y la «creación de puestos de
trabajo» en empleos de estos sectores, argumentando que es “riqueza que se
crea”, etc. Necesitamos urgentemente estudios globales por sectores –
desgraciadamente, parecemos incapaces de realizarlos – y una política
alternativa de más amplio alcance.»
La situación
descrita es pura arqueología sindical pero da una idea de cosas olvidadas por
muchos que también hubo que pelear durante la Transición. Y el tono general de
la música sigue sonando hoy…