viernes, 14 de noviembre de 2014

PEQUEÑA PARÁBOLA CERVANTINA DE CATALUÑA PASADO MAÑANA



Sancho acudió a toda prisa a auxiliar al ingenioso hidalgo, que yacía en el suelo con todos los huesos quebrantados y la armadura abollada y rota por varios lugares. Se sorprendió al ser recibido con una sonrisa radiante.

– ¿Viste qué gran lanzada, amigo Sancho? Ni Roldán ni Gaiferos la igualaran – declamó el caballero con jactancia, mientras su escudero barruntaba que ni el bálsamo de Fierabrás bastaría para remediar aquel escabeche.

También el molino de viento se sentía satisfecho de sí mismo:

– ¡Un escarmiento ejemplar, eso le he dado! – voceó bravucón, a la intención de sus vecinos.

Pero las aspas de los demás molinos seguían girando sin novedad, y éste tenía partido el eje y dos brazos rotos. Pasarían meses antes de que pudiera volver a moler trigo.