domingo, 30 de noviembre de 2014

EL CAMINO DEL PARAÍSO


En su columna de ayer en El País, Manuel Rivas incluía una cita memorable a propósito de Ana Mato: «La ignorancia de la ley no excusa de su cumplimiento, pero el conocimiento, muchas veces, sí.» La frase es de Stanislaw Lec. Yo solo me había tropezado una vez con ese nombre, pero atesoraba su recuerdo. Umberto Eco encabezó uno de los capítulos de El péndulo de Foucault con una cita suya todavía más lapidaria: «No esperéis gran cosa del fin del mundo.»
La sentencia, entre desengañada e irónica, me gustó lo bastante para no olvidarla al paso de los años. Imagino el pellizco de decepción que sentirán nuestros descendientes lejanos o próximos en el último segundo antes de desintegrarse en una catástrofe cósmica, o nuclear, o ecológica, por el hecho de que Dios, o en su defecto la fatalidad, no trabaja en colaboración con un experto en efectos especiales de Hollywood. La frase que se formará en su mente con el último atisbo de conciencia será probablemente: «¿Eso es todo? Me había hecho una idea distinta.»
El caso es que yo siempre pensé que había una errata en el libro y el autor responsable del aforismo era Stanislaw Lem, el escritor de ciencia-ficción. Una segunda errata era improbable, y he acudido a la Wikipedia en busca de más datos sobre Lec. He visto que nació en Lemberg (Imperio Austrohúngaro), y después de años de estudios en Viena regresó a Lwow (Polonia), que era su misma ciudad natal. Después de la Guerra Mundial emigró a Israel como otros judíos esperanzados, pero no aguantó la vida allí más de dos años y se volvió de nuevo a su antiguo hogar, ahora llamado Lviv (Ucrania). Murió allí en 1966.
Durante la guerra estuvo a punto de sufrir una muerte prematura y trágica. De hecho cavó su propia tumba pero, cuando hubo acabado el trabajo, pudo aprovechar un descuido de su guardián y presumible verdugo, un soldado alemán que se había quedado solo vigilándolo; lo mató de un palazo, lo enterró en su propio lugar y desapareció de allí. Años después escribió un pequeño poema sobre el asunto. Es una composición, como era de prever, desengañada e irónica.
Wikipedia ofrece una reducida antología de aforismos de Lec. Elijo uno entre ellos: «Si le preguntáis a Dios por el camino del paraíso, os indicará el más difícil de todos.» Es un buen pensamiento, incluso si sustituimos a Dios por la señora Lagarde del Fondo Monetario Internacional, o por el arzobispo de Granada. Viene a desprenderse del mismo que, en cuestión de trayectos al paraíso, es siempre preferible ejercer de autodidactas.