La señora Christine Lagarde, del Fondo Monetario Internacional,
ha vaticinado un crecimiento pujante de la economía española para 2016, en
torno al 2%. ¿Gran noticia? Según. Lo sería si al mismo tiempo no hubiera animado
a las autoridades españolas a profundizar en la “moderación” salarial para
afianzar tal objetivo. Quiere decirse que ha perdido vigencia el viejo dicho de
que lo que es de España es de los españoles. Lo que se lleva ahora es que España
crezca…, a costa de degradar más aún la economía de los españoles.
La alegría mostrada
por Lagarde al formular su pronóstico es coherente con los datos revelados por
Oxfam en el sentido de que, en el mismo año de 2016, el 1% de la población
mundial acaparará el 50% de la riqueza. Es obvio que ella, como el resto de los
jerarcas del FMI, forma parte de ese 1% afortunado; usted y yo, no.
El gobierno español
ha reaccionado a la halagüeña previsión del FMI con la afirmación de que se va
a crear un millón de empleos entre 2014 (que ya es historia) y 2015. Alguien ha
preguntado si eso quiere decir que las cifras del desempleo descenderán en un
millón de personas. No, las cifras del desempleo seguirán siendo sensiblemente las
mismas que ahora. Luego lo cierto es que no va a haber más empleos propiamente
dichos, sino que se van a multiplicar los contratos sobre los mismos empleos
existentes. Se maquillarán las estadísticas; la situación de la economía
productiva seguirá marcada por la atonía.
¿Por qué se
molestan entonces nuestras autoridades en rizar el rizo con esos ejercicios de
malabarismo estadístico? Podrían engañarnos con una mentira piadosa bien
contada; no todos tenemos la capacidad del catedrático y maestro Vicenç Navarro para manejar una cantidad ingente de datos
comparativos fiables de todo tipo, extraer de ellos las conclusiones
pertinentes, y explicarlas de una forma comprensible, coherente y bien trabada.
Pero es que ni siquiera nos hace falta leer los argumentos documentados del
profesor Navarro para darnos cuenta de que todas esas proyecciones triunfalistas
que nos quieren vender son milongas.
Me atrevo a
formular una nueva ley aproximadamente de Arquímedes sobre la resistencia que
ofrece todo cuerpo (humano) sumergido en estadísticas oficiales. Es esta: «La
credibilidad de la ciudadanía hacia las declaraciones de los oráculos económicos
sufre un empuje hacia abajo proporcional a la renta disponible per cápita desalojada.»
No entra en mis
propósitos colgarme medallas, pero ahí les dejo eso, señores. A ver quién lo
mejora.