viernes, 2 de enero de 2015

COLOR LOCAL


El alcalde de Atenas, famoso por su verborrea, era el encargado de cerrar el año 2014 con un discurso institucional por la televisión pública, y le ocurrió algo parecido a lo de los operadores de Canal Sur: tanto se dejó llevar por el vuelo de su argumento que no supo frenar a tiempo para que los oyentes pudieran cantar en voz alta las campanadas sucesivas de la medianoche. Aquí no se comen uvas, pero sí suele escucharse y corear el reloj mientras desgrana la hora completa.
«Ah, me dicen que estamos ya en 2015. Kalí jroniá (feliz año)», concluyó el munícipe con desenfado su perorata, a las 0:02.
Ayer, día primero del año nuevo, cerraron los comercios de Atenas por la fiesta, y hoy siguen cerrados por ser el día fijado por la tradición para hacer inventario. La tradición es tan fuerte que abarca no solo a los grandes almacenes y al pequeño comercio de todo tipo, sino incluso a los puestos callejeros de los mercadillos de viejo, que se verían probablemente en un apuro si alguien les preguntara sobre qué inventario es ese de su negocio, y qué procedimientos siguen para llevarlo a cabo.
Con o sin recuentos o balances, la ciudad dormita la resaca del paso del año bajo un cielo despejado y un sol que no calienta. El día 31 cayó aguanieve sobre la ciudad, y nieve espesa en los montes vecinos del Imittos o en Párniza, donde los fuertes vientos interrumpieron el servicio del teleférico gratuito que sube a los atenienses hasta el lujoso casino de juego instalado en lo alto de la cadena montañosa. Ayer siguió el mal tiempo, en seco pero con vientos helados que hacían casi inservibles bufandas y anoraks. Hoy el frío continúa, aunque ha vuelto el sol. Es un sol con dientes, según la expresión griega.
Por lo menos mi hija ha podido colgar la colada en la terraza, refunfuñando porque las sábanas y prendas de vestir se le ahúman. Y es que, aunque todas las casas del barrio disponen de calefacción central de gasóleo, ya hace años que el precio exorbitante de los combustibles mantiene las calderas inactivas y la gente se calienta quemando en estufas viejas la leña procedente de los bosques vecinos, y en su defecto muebles, trapos y objetos inflamables varios, no homologados. Hay noches en las que el aire de la calle es irrespirable.
La recién iniciada campaña electoral ha quedado paralizada por la fiesta y la resaca consecutivas de estos dos días. Mañana, con el fin de semana, volverá de nuevo a los escenarios consabidos el tinglado de la antigua farsa, para regalo de ojos y oídos más y más escépticos a cada día que pasa.