El
cardenal-arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, ha dicho que María de Nazaret
habría estado a favor de la huelga del próximo día 8. Siendo quien es el
declarante, seguro que sus fuentes son fiables. Se trata, sin duda, de un refuerzo
importante a favor de las mujeres.
Monseñor casi lo
estropea después, al dar explicaciones. Asegura, por ejemplo, que «la
valoración más preciosa que se puede hacer de la mujer está en la Virgen
María», opinión que me parece pelín sesgada hacia sus intereses llamémosles
profesionales; y realizó su portentosa declaración en un acto de presentación
de un libro sobre el Opus Dei.
Dejémoslo así: la
ciudadana María suscribiría con gusto la huelga del 8 de marzo, en su condición
indudable de mujer trabajadora; si bien es dudoso que se comportara de igual manera desde
el pedestal en que la han colocado como Virgen del Amor Hermoso, condecorada
por el Ministerio del Interior español, que no oculta sus reticencias hacia la
convocatoria. Tampoco las ocultan nuestro presidente del Gobierno ─signifique
dicha etiqueta lo que signifique, porque no estamos muy seguros ni de que
presida nada ni que, de hecho, tengamos gobierno propiamente dicho de alguna
especie─, que ha propuesto que “no nos metamos en esto”, ni la intrépida Harry
(Inés Arrimadas), a la que parece mal la movilización porque va en contra del
capitalismo. Si hay que elegir entre el capitalismo y la igualdad de la mujer,
Harry se queda con el primero. Aunque le duela personalmente (sus ingresos
netos están, seguro, muy por debajo de los de Albert Rivera, mientras que en la
cuestión de los merecimientos, la proporción se invierte).
No quiero ponerme
difícil en estas quisicosas. Bienvenida sea María de Nazaret a la acción del
día 8. Estará presente con la cara muy alta, ejerciendo sus derechos y en medio de sus compañeras.
Sin privilegios ni
besamanos.