Leo en un rincón
patrocinado de elpais digital la siguiente pregunta: «Fuiste a la Torre Eiffel
para disfrutarla o para subir la foto en Facebook?»
La pregunta me
parece casi desprovista de sustancia, desde el momento en que una de las formas
canónicas de disfrute de la Torre Eiffel consiste en hacerse la foto. Casi no
existe otra manera posible de “disfrutarla”, digamos que el armatoste no da de
sí para mucho más. Prácticamente lo mismo ocurre con la Torre de Pisa, con la
variante de que, buscando la distancia y el ángulo adecuados, el retratado
puede posar en actitud de sostener el edificio para que no se caiga.
Pero la pregunta es
trasplantable a otras realidades de rigurosa actualidad. Ayer jueves cuatro
ministros del Gobierno de España, Cospedal, Zoido, Méndez Vigo y Catalá, se
hicieron presentes en Málaga, donde la compañía de honores del X Tercio
Alejandro Farnesio, IV de la Legión, acompañaba a la imagen del Cristo de la
Buena Muerte en su traslado a la iglesia de Santo Domingo, cantando la pegadiza
tonadilla del Novio de la Muerte.
Entonces, la
pregunta anterior cobra todo su sentido. O sea, ¿estaban allí los cuatro ministros
para disfrutarlo, o bien para hacerse la foto? ¿Era un acto más de su poblada
agenda de trabajo, o dio la casualidad de que los cuatro optaron por pasar unas
horas de ocio en la capital andaluza, atendiendo a sus devociones particulares?
Los tres ministros – excluyo a Cospedal, que presidió el acto desde la tribuna
de autoridades, como responsable que es de la Defensa, signifique ello lo que
signifique –, ¿costearon de su bolsillo particular el capricho, abiertamente populista,
de dar rienda suelta a su ardor patriótico-religioso, o fueron los presupuestos
del Estado, aún no aprobados para este año, quienes abonaron la factura del
viaje y a más a más las dietas correspondientes al alojamiento y manutención? También
cabe que el Ayuntamiento de Málaga, y no los Presupuestos, cursara la
invitación y se hiciera cargo de los gastos en el rubro de promoción de las
fiestas, igual que haría con otras figuras conocidas del cante y del
espectáculo, con pensadores ilustres como Salvador Sostres que acaba de colocar
en su sitio a un Stephen Hawking aún caliente en su tumba, o con ganadores de
concursos televisivos de mucho fuste, tales como Operación Triunfo, Gran
Hermano o Supervivientes.
Eso se llama en
román paladino españoleo y famoseo. En cuanto al “Novio de la Muerte”, me tarda
que Marta Sánchez lo versione para un público funcionarial enfervorizado. Tal y
como dijo aquel capitán de los Tercios de otrora, “España y yo somos así,
señora”.