miércoles, 4 de septiembre de 2019

LA LEY DEL TENTETIESO



Monsieur Culbuto, figura del teatro cómico francés convertida en tentetieso para disfrute de la chiquillería en las fiestas populares.


Las bases del Movimiento 5 Estrellas han dado su visto bueno por amplia mayoría a una coalición con el Partido Democrático, alejando del gobierno de Italia a Mateo Salvini, el energúmeno que pretendía devorarlo todo.

La derrota política de Salvini no es definitiva, de acuerdo. Podría volver en tromba; Berlusconi lo ha hecho antes. Pero Berlusconi sabía, y Salvini acaba de aprenderlo, que en política los índices de popularidad no significan que es posible hacer con las instituciones cualquier cosa que uno se proponga.

La gente no abdica nunca de sus derechos políticos. Cosa distinta es el modo como los ejerce habitualmente. La gente (disculpen la generalización; hablamos de los grandes números, y eso siempre conlleva inexactitudes) es por lo general floja en sus convicciones y lenta en sus reacciones. Todos los políticos parecen iguales y se tiende a votar al más vistoso del muestrario; hasta que dejan de parecer iguales y muchos se rebelan contra el mismo al que votaron, por las razones mismas por las que lo votaron.

Una versión calcada de la misma historia acaba de suceder en el Parlamento de Londres, cuando un eufórico Boris Johnson ha sido dejado en minoría por los mismos que lo apoyaban. Quizá quienes han actuado así estaban de acuerdo con un Brexit duro, pero no lo están con la suspensión del Parlamento, porque el Parlamento es una garantía para todos, tanto para los aguerridos como para los lánguidos. Rafa de Miguel, en elpais, comenta así lo ocurrido: «El primer ministro comprobó la fiereza con la que se revuelve un sistema parlamentario cuando ve amenazadas sus atribuciones.»

Una tercera variante viene ocurriendo desde hace ya algún tiempo. La declaración unilateral de independencia de Cataluña, el simulacro de referéndum del 1-O de 2017 y la idea adánica de que los vínculos de todo tipo con España se disolverían en el agua sin dejar huella, ha sido otro fortísimo empellón a las instituciones de un Estado que parecía dormido. Los impulsores de aquel disparate no contaron con la ley del tentetieso: cuanto mayor es la fuerza que se aplica para desestabilizar un sistema en equilibrio, tanto mayor es también la reacción tendente a devolver las cosas a su posición original.