miércoles, 11 de septiembre de 2019

JETTATURA



Amuleto griego contra el mal de ojo.

No es que Pedro Sánchez no quiera gobernar. Quiere hacerlo desde el centro. Quiere hacerlo solo.

Tiene en mente un modelo para armar, pero las piezas no le encajan. Unidas Podemos no puede estar en el gobierno, porque asusta. Los trabajadores saldrán beneficiados siempre que los patronos no se vean perjudicados. No es deseable adoptar decisiones traumáticas, de modo que es posible que la reforma laboral no se derogue a fin de cuentas, y que los restos mortales de Franco y Queipo de Llano permanezcan en donde están, provisionalmente y a la espera de que en un futuro sin concretar la autoridad competente disponga otra cosa.

Se irá a nuevas elecciones en noviembre, con un programa de 370 medidas progresistas de gobierno. Hay un problema en los números, lo que deseamos desde el electorado no son “370” medidas, sino “1” gobierno progresista.

Y no deseamos nuevas elecciones en noviembre. Así de raros somos nosotros, el electorado.

Alguien nos ha echado la jettatura, el mal de ojo. No se da con la tecla. Cuando pitos flautas, cuando flautas pitos. Las derechas aguardan esperanzadas, Alberto Rivera habla ya de una segunda oportunidad. Pablo Casado convoca a sumar en la casa común. Para ellos se abre una ventana; para una mayoría numéricamente nutrida pero muy movediza e inestable, podría cerrarse de forma estruendosa.

PSOE y PP añoran el bipartidismo convencional, la época de las mayorías sólidas y los gobiernos estables, la domesticidad del electorado y la retórica del cambio que no impide que todo siga más o menos igual: la dirección económica desde la gran banca, el imperio del PIB como artículo de fe, la austeridad para unos y el despilfarro para otros como discurso del método, el poder judicial alineado según cuotas, el “liberalismo” profundo y la fragmentación en el interior de las empresas, la concertación privadopública en la sanidad y en la enseñanza, la precariedad como signo del mercado de trabajo y la subida ritual de sueldos a los ediles al constituirse cada nuevo consistorio así de derechas como de izquierdas.

Los votantes deseábamos otra cosa, los números lo dicen de forma explícita. Será un fracaso desembocar en nuevos comicios sin haberlo siquiera intentado. El adormecimiento social no es una solución, y además, es inviable en un escenario de sufrimiento agudo de las capas más débiles de la población.

Tampoco serviría de nada la resignación cristiana; es decir, la aceptación mansa de la jettatura que nos están echando desde sus lobbys determinados brujos a partir de la premisa de que no hay más que una política posible en España, de que no hay alternativa. TINA, There Is No Alternative.