Don Mariano Rajoy
ha denunciado ayer mismo la existencia de «salvapatrias de escoba empeñados en
desestabilizar el sistema». Difícil de mejorar, la definición. Salvapatrias,
desaprensivos, chupacharcos. Su única ambición es desestabilizar, destruir,
arrasar. Acabar como sea con el sistema cuyo asentamiento en este país ha costado
tantos esfuerzos de tantas bellas personas durante tantos años.
El sistema. Leo en
la prensa que después de una batalla campal el domingo por la mañana en las
proximidades del estadio del Manzanares de Madrid, con un muerto y numerosos
heridos, la policía municipal y las autoridades defienden el dispositivo
policial desplegado como «adecuado». Todo estaba previsto y en orden, muerto
más o menos.
El sistema. Una
empleada de la oficina bancaria asaltada en Vigo sigue sin explicarse por qué
la fuerza pública, avisada de la presencia de atracadores armados, se presentó sin
más en la puerta principal al grito de “Abran a la policía”. ¿Es que querían
que los asaltantes empezaran a disparar contra los empleados que estaban
dentro? El atracador del interior optó por salir escudándose en una
rehén, y en la puerta misma empezó a disparar sobre varios agentes que ni se
habían resguardado ni llevaban chaleco antibalas. En la balacera la rehén se
salvó solo con un tiro en el brazo. Murieron el atracador y una agente. Otro
agente está en estado crítico. Nadie ha explicado aún por qué los policías no
iban protegidos, ni por qué se siguió ese método descabellado de
funcionamiento. Pero si hay que dar explicaciones, se dirá que el sistema previsto
funcionó bien. Muerto más o menos.
El sistema. Segunda
inundación del túnel del AVE en la estación de Girona, en pocas semanas.
Después de la primera, se sugirieron toda una serie de medidas de prevención
para que no volviera a ocurrir lo mismo. La compañía responsable, Adif, no tomó
ninguna medida. Para qué, estaban ya tomadas todas sobre el papel.
Y no hemos acabado
de hablar aún del caso de Teresa Romero, la auxiliar clínica que se infectó de
ébola a pesar de la existencia de unos protocolos rigurosos ninguno de los
cuales se cumplía. El sistema: protocolos cuya eficiencia debidamente comprobada
consta en los papeles, pero que no se aplican en la realidad. Pudo haber
muertos, pero en este caso no los hubo, y la consejería de Sanidad de Madrid y
el Ministerio han sacado pecho. Fue un éxito, el sistema funcionó.
El sistema. Taparse
mutuamente las vergüenzas. No prever nada, fiarlo todo a la suerte. Declarar siempre
que todo ha ido bien menos lo que ha ido mal, y que sin la vigilancia del
sistema todo habría ido sin duda mucho peor.
El sistema. Cajas
B, tarjetas black, puertas giratorias, colusión, corrupción, grandes beneficios
para las grandes compañías, endogamia. Desigualdad en aumento, precariedad,
desahucios, represión, marginación, exclusión. Muertos, una carga muy pesada de
muertos. Estadísticas de suicidios que no se hacen públicas para no alarmar. No
es que haya algunos fallos detectables en el sistema, es que estamos en un gran
fallo sistémico, total, global, infinito.
Hay por ahí «salvapatrias
de escoba empeñados en desestabilizar el sistema.» Justo. Aquí tiene usted a
uno, don Mariano, para lo que guste.