sábado, 16 de mayo de 2015

SALIDA EN FALSO


En la partida de ajedrez de la política nacional, Susana Díaz se fabricó una ventaja de salida y consiguió una iniciativa consistente, capaz de extenderse también a terrenos distintos de Andalucía.
Recurrió para hacerlo a una treta de libro, a una maniobra consignada en todos los manuales de aperturas. Y consiguió lo que pretendían los estrategas de Ferraz: un despliegue de piezas susceptible de hacer brillar todo su potencial de jugadora.
Ocurre que las partidas de ajedrez no se ganan únicamente con celadas de apertura. El “libro” es útil nada más hasta un determinado momento del despliegue. Luego, cada cual ha de seguir con sus propios juicios y cálculos sobre la posición resultante.
Y ahora lo que exhibe Díaz no es su potencial, sino sus limitaciones. Mal asunto para los estrategas del PSOE porque en efecto, tal y como se preveía en el “libro”, lo que suceda en Andalucía va a proyectarse sobre el panorama general. Y la incapacidad constatada de la jugadora para sacar fruto de una ventaja inicial va a ser una rémora importante para la formación que lidera, en los vericuetos del medio juego.
Quizás el error del PSOE ha consistido en elegir un libro de táctica antiguo, válido para la vieja política pero no para la nueva situación. Se ha hecho un último intento de gobierno en solitario antes de la llegada inevitable de la hora de los pactos a dos, a tres o a cinco. Pero ha sido una salida en falso, y ahora los que se han pasado de listos se ven obligados a padecer las consecuencias de la irritación que han provocado en sus rivales en la carrera. La perspectiva de un gobierno cómodo en solitario se ha desvanecido y el horizonte aparece cuajado de nubarrones. Díaz “amenaza” con convocar nuevas elecciones en septiembre. Hará bien en volver a consultar su librillo y aprender cómo reacciona el electorado cuando se le convoca por segunda vez a unos comicios fuera de tiempo. Tiene ejemplos de sobra para comparar; uno muy señalado en Cataluña, donde el aprendiz de alquimista Artur Mas también pretendió anticiparse a todos para forzar una mayoría que resultó frustrada, y ahora sigue emperrado en transmutar en oro soberanista las nuevas calendas electorales previstas para otras cosas.
Quien se obstine en la vieja idea de que lo que le interesa al pueblo es lo que me interesa a mí, y el resto son gabinas de cochero (como se dice, según fuentes bien informadas, en la Vega del Genil), no está llamado a conseguir grandes resultados en la nueva situación surgida hace cuatro años y un día. Un vicio arraigado de la vieja política ha sido el autismo, la creación artificiosa de un universo autorreferencial que no tenía nada que ver con lo que ocurría en la calle. Ese vicio ya no produce réditos perceptibles. Es forzoso – para todos – abrir de par en par las ventanas que dan a la realidad.
Ya ha quedado dicho en otra ocasión en estas mismas páginas virtuales. Los candidatos a gobernar este país o alguna de sus diferentes parcelas tienen que elegir forzosamente, en adelante, entre hacer política o hacer propaganda. La política es útil para avanzar; la propaganda, para seguir en el mismo sitio. Y no hay términos medios ni componendas entre los dos extremos. No hay atajos fáciles, ni siquiera para el partido de gobierno, que está sacando a relucir en campaña todas las triquiñuelas del oficio: premios retroactivos a las familias numerosas, planes renove y espejuelos varios con los que seducir una vez más a una “mayoría silenciosa” que no existe.
Señor Rajoy, señora Díaz, lo que el país reclama con impaciencia indignada es un nuevo modo de gobernar. Y a ese toro no se le hurta el cuerpo con reclamos propagandísticos ni con postureos. Va a haber que lidiarlo en serio.