martes, 13 de octubre de 2015

CUALQUIER COSA POR DINERO


Un cabeza de chorlito ha escrito un ensayo con la intención de presentar la historia del capitalismo a través de la literatura (1). La idea tiene sustancia, pero el historiador en cuestión, no. Ha trazado una historia del capitalismo en la que el dinero no aparece por ninguna parte. Es como hacer una historia del automovilismo sin hablar de la gasolina, o una historia del funambulismo sin mencionar la cuerda.
Y no es que no estuviera advertido: no hace tantos años que Belén Gopegui, en “La conquista del aire”, nos ofreció un estudio brillante del modo sutil en que el dinero condiciona y en definitiva dirige nuestras vidas al margen de nuestra buena voluntad y de nuestros sentimientos sinceros. Si retrocedemos bastante en el tiempo, podemos elegir “El halcón maltés” de Dashiell Hammett como un ejemplo de hasta qué punto la codicia pervierte todas las decisiones de un grupo de personajes, entre ellos una mujer a la que el private eye Sam Spade tal vez ame pero no puede perdonar por toda una serie de razones; una de las menos importantes, el hecho de que, si ella es capaz de hacer cualquier cosa por dinero, como ha demostrado, también será capaz de matarlo a él, por más que tal vez lo ame a su vez.
La banalización absoluta de este problema moral puede rastrearse en una película zarrapastrosa del Hollywood de hace un par de décadas. Se llamaba “Una proposición indecente” si no recuerdo mal, y consistía en que un millonario ofrecía a una pareja de recién casados un millón de dólares por ser él quien estrenara a la chica.
La propuesta resultaba ridícula por lo irreal. Si el asunto entre el caballero Tenorio y la novicia Inés solo tenía algún sentido enmarcado en sus coordenadas históricas de origen, que eran ya agua totalmente pasada en la época del drama de José Zorrilla, esta historia del asalto a la doncellez de una novia procedente del Medio Oeste, localizada en un casino de Las Vegas, tenía un aire más tronado que tronera.
La corrupción por el dinero tiene lugar en la realidad a través de vías, de circuitos y de planteamientos muy distintos. Un ejemplo interesante del cómo y el por qué se puede encontrar en “Libertad”, la novela de Jonathan Franzen. Un ecologista puede verse arrastrado, por amistades, complicidades, promesas  de futuro y contratos de presente con cláusulas de salvaguarda, a defender la apertura de una mina a cielo abierto en un paraje natural de alto valor medioambiental. Cambiarán radicalmente, tanto el entorno y las comunidades que residían allí y que se ven expulsadas a otros lugares y otras formas de subsistencia, como las expectativas vitales de todas las personas implicadas en el sucio tinglado que se levanta. Y no es que en el fondo valiera mucho la pena, no era tanto el dinero “real”, el volumen del negocio, la cantidad, la cifra, lo que importaba; el dinero es como el telón de fondo de una comedia, como las bambalinas de cartón pintadas de colorines que aparentan la consistencia tramposa de la irrealidad en la que se vive, como los focos que tiñen a voluntad de un tono rosado la mentira que alguien te está vendiendo y que tú le compras porque deseas en el fondo ser engañado.    

(1) César Rendueles, Capitalismo canalla. Planeta S.A., 2015.