El conseller (en funciones) de Empresa y
Empleo de Catalunya, Felip Puig, reunido en Sant
Fruitós de Bages con representantes del empresariado catalán, ha señalado unas
líneas rojas que no se pueden cruzar en la negociación de la coalición JxS con
la CUP para la investidura del próximo president
de la Generalitat. Tales líneas rojas se refieren al modelo económico que habrá
de sustentar al futuro Estado catalán. ¡Ángela María! Ahora empezamos a darnos
cuenta de que la cuestión era más compleja que el tan repetido eslogan de Entre tots ho farem tot. De que no todo
en el procès van a ser flors i violes i romaní (flores,
violetas y romero). De que cuando se habla de un Estat propi, es esencial definir de qué parte de la sociedad catalana
va a ser propiedad ese Estado. Porque de todos, de todos, está claro que no va
a poder ser.
Será de los de
siempre, claro, es la respuesta de Felip Puig, brillante personificación de la
trayectoria seguida por la Generalitat en los últimos años, primero como conseller de Interior y después de
Empresa y Empleo, sin mencionar su implicación en algunas transacciones dudosas
que podría acarrearle dificultades judiciales en el futuro, si es que no es
posible alargar los trámites lo bastante para que los asuntos en litigio hayan prescrito
en el momento de llegar ante el juez.
«La política hace
extraños compañeros de cama», sentenció hace años don Manuel
Fraga Iribarne. Es perceptible un aire de desorientación y de
perplejidad en algunos de los florones más señalados de la corona tejida a su
alrededor por Artur Mas. Se murmura que Muriel Casals planea retirarse de la primera línea de
la política. El discurso de Raül Romeva es cada
vez más balbuciente y enredado. Tenían un sueño, y al despertar, el dinosaurio
todavía sigue allí.
Ahora el dinosaurio
se dedica a hacer pressing sobre la CUP. Puede que tenga éxito a fin de cuentas,
después de las elecciones generales, a las que la CUP no concurre ni sola ni en
compañía, porque estima que ahí no se juega nada. La vocación marginal de la
CUP es inagotable, pero ahora el dinosaurio la está mirando de frente, y está enfadado.
Quiere unos votos que considera suyos, para investir a un gobierno que será
suyo, para empezar a poner en pie un Estat
propi que será suyo también. Y para conseguir esos votos, está dispuesto a
atacar.
No va a consentir
que se crucen las líneas rojas del modelo económico, para empezar. Las líneas
rojas son suyas, por descontado.