lunes, 19 de octubre de 2015

EL ECLIPSE DE LA POLÍTICA


El candidato del PSOE al gobierno de la nación, Pedro Sánchez, ha rectificado su anterior promesa de derogar la reforma laboral vigente. Es una mala noticia. Sánchez ha alegado que los tribunales ya están dando buena cuenta de muchos de los extremos más bochornosos de la mentada reforma. No es cierto. La justicia se mueve despacio, las sentencias llegan con cuentagotas y los poderosos tienden a incumplirlas. Y junto a sentencias positivas, también las hay que convalidan los abusos y las malas prácticas de las empresas, y arrojan a las personas a un paro cuyo porcentaje subsidiado se está reduciendo punto a punto. Fiar el funcionamiento de lo que suele llamarse el “mercado” de trabajo a la acción de los tribunales, cuya función es precisamente la de aplicar con prudencia las mismas leyes que no se considera preciso derogar, es hacer un pan como unas hostias. Ya tenemos judicializada la vida política, gracias a la impagable gestión de nuestro conducator Mariano Rajoy. Solo falta ahora judicializar también la vida laboral.
Más cierto es que los últimos sondeos de opinión indican que la gran batalla electoral del 20D se ganará o se perderá en los caladeros de las sufridas clases medias. Se percibe un movimiento marcado en los líderes de las diferentes marcas, en dirección a esos estratos de la población. Tienden a colocar la seguridad y la estabilidad en primer plano, en la oferta electoral, y dejan en cambio las hasta hace poco tan publicitadas reformas de calado en un plano subalterno, “del salón en el ángulo oscuro”. Una actitud que no deja de tener su lógica: lo que se deja en un plano subalterno son, al fin y al cabo, las necesidades de las clases subalternas.
Así no vamos a ninguna parte. El problema ya no es desplazar al dinosaurio popular de su poltrona (y costará lo indecible); el problema es qué hacer a continuación. Encuentro este apunte en un artículo de Josep Ramoneda: «El mismo jueves participé en París en una reunión en la que se debatió el eclipse de la política. Falta relato, se echan de menos políticos capaces de imaginar, de dar cuerpo a cosas que no existen todavía, pero que son deseables y si la gente las cree posibles se puedan conseguir. En tiempos de claudicación de la política, en todas partes suena esta misma canción. Si la política ha perdido la capacidad de relato, ¿quién va a asumir esta tarea? ¿Hay que dejarla a la capacidad normativa del dinero?»
Todos los candidatos a las próximas elecciones generales coinciden, de partida, en advertir de que los márgenes de la política son muy estrechos. Se lo he oído decir a Sánchez, a Rivera, a Iglesias, a Garzón. Muy bien, tomamos nota. Pero la virtud en política no consiste en acomodarse a la estrechez, sino en dar mayor amplitud a unos márgenes insuficientes. Porque la pura gestión de lo existente, sin el “relato” de un proyecto de futuro que le dé aire y respiro, lo único que hace es perpetuar la “capacidad normativa del dinero”. Y esa estrategia es perdedora, como se viene demostrando día a día, año a año, desde la quiebra de Lehman Brothers en 2008.