domingo, 25 de octubre de 2015

MEGA EFECTOS ESPECIALES


El mayor huracán de los tiempos históricos, Patricia, se ha deshilachado al tomar contacto con la costa mexicana. No nos sorprende la noticia, porque apenas nos queda ya capacidad de sorpresa. Vivimos en la era de los mega efectos especiales en el cine, de los partidos de fútbol del siglo cada tres semanas, de las aventuras políticas prodigiosas, y de las realidades virtuales inconcebibles. Catalunya independiente, por ejemplo, es un gran parque temático, un Port Aventura político basado en una muy trabajada y detallista realidad virtual. Primero iba a ser una independencia de baja intensidad, que casi no se notaría y no iba a molestar a nadie. Ahora ha cambiado el guión; será una independencia paralela, se crearán soberbias estructuras virtuales de Estado, se estará confortablemente en Europa sin estar del todo, y se gobernará de forma prudente y consensuada contando con medio Parlament, mientras el otro medio, el de los unionistas, se desgañita en denuncias en los medios favorables a Madrid. El resultado será una especie de atracción de montaña rusa, con subidas y bajadas continuas por un paisaje trucado, cuajado de mega efectos especiales.
Las dos preguntas pertinentes en relación con el futuro alucinante y vertiginoso que nos espera, son: Primera, todo eso, ¿para qué va a servir? Segunda, ¿quién lo va a pagar?
El panorama no es mucho mejor en la contraparte. Mariano Rajoy asegura que hemos vivido una legislatura prodigiosa, que somos la envidia del mundo, y que los próximos cuatro años van a ser los mejores para el país de toda la historia de la democracia. Es obligado creerle: lo avalan Angela Merkel, Jean-Claude Juncker, Nicolas Sarkozy y John Kerry, que vino para negociar la base de Rota y, aprovechando que pasaba por aquí, se hizo fotografiar rasgueando una guitarra flamenca regalo del ministro Margallo.
Tanta unanimidad infunde sospechas. La realidad española no parece justificar tantas alharacas. Una hipótesis plausible es que los políticos conservadores la estén evaluando con sensores fabricados por la casa Volkswagen. Sensores no exactamente fraudulentos, no quiero decir eso: modernos sí, virtuales, con mucho estrépito incorporado de mega efectos especiales.
Siguen siendo pertinentes las dos preguntas planteadas antes. En síntesis: a qué viene ese sospechoso carrusel de alabanzas, y quién lo va a pagar (quién lo está pagando ya, si apuramos el argumento.)
Pero llegan las elecciones generales, y todo cambiará. Existe la convicción unánime de que van a ser las elecciones más decisivas de la democracia, que el país cambiará de medio a medio, que se acabará la corrupción y se castigará a los corruptos, que quebrará el bipartidismo, se reformará la constitución, se abrirán para la ciudadanía las puertas de la transparencia, y todos seremos partícipes de la nueva prosperidad.
Bienvenida sea la noticia. Que no le suceda a ese poderoso ciclón de renovación lo mismo que al huracán Patricia.