viernes, 2 de junio de 2017

A MAZAMARTILLO


En rueda de prensa ante los medios, el reprobado fiscal general del Estado señor José Manuel Maza ha explicado que el también reprobado fiscal Anticorrupción Manuel Moix ha dimitido por una bagatela, por algo perfectamente inocente que nunca se salió de los límites de la legalidad. “No he conseguido convencerle para que siguiera”, dijo con una risita tonta antes de explicar que los 87 días en que ha ocupado Moix el cargo han sido una edad de oro histórica de la lucha contra la corrupción en nuestro país, alcanzándose bajo su mandato cimas esplendorosas que en adelante, debido a la ausencia del citado Moix, podrían resultar desgraciadamente irrepetibles.
Contemplada fríamente y con objetividad la aparición pública del señor Maza, se perciben indicios razonables de sobreactuación. La prensa canallesca, que suele tomar buena nota de tales actitudes, ha hablado de un “cierre de filas” de la brigada Aranzadi, y del empeño porfiado por parte de las instancias ejecutivo-judiciales de nuestro Estado de Torcido en no reconocer ningún error más. A fin de cuentas, los robos de los servidores de la patria no son robos sino recompensas merecidas por sus desvelos. “No hay que ocuparse en chismes”, ha sentenciado Mariano Rajoy, siempre ¿in?oportuno en el momento de cruzarse al quite. Una norma de actuación imperturbable que ha ratificado de inmediato al dejar sin ningún comentario la iniciativa de su amigo del alma Donald Trump de abandonar los acuerdos de París sobre el cambio climático. Cualquier comentario, de otro lado, habría sido superfluo, habida cuenta de que España ha sido el país de la UE que ha incrementado en mayor medida sus emisiones de CO2 a la atmósfera desde la fecha de tales acuerdos.
Sin embargo, y contra lo que pudiera parecer de los datos hasta aquí expuestos, nadie piense que la fiscalía del Estado español es un convento de ursulinas. Se apresta a hacer una limpieza severa de tuiteras y de titiriteros, de soberanistas y de chavistas irredentos, de estibadores y sindicalistas, de disidentes y de tibios. Nadie se librará. Maza es un hombre lleno de ardor y dispuesto a llevar hasta el final, sin concesiones de ningún tipo, la sacrosanta ley del Embudo y de la Mordaza que nos gobierna. A mazamartillo. Para el amigo, cultiva la rosa blanca; para el enemigo, ni agua.