Ha salido a las
ondas, como se decía antes, o a la banda ancha, o a la nube digital, o adonde
sea, el número 9 de Pasos a la Izquierda. Mal puedo ejercer yo de observador
imparcial, pero me da la sensación de que los Pasos en cuestión se van haciendo
progresivamente más firmes, y más encaminados a un propósito aceptablemente
concreto.
Entre todos los
manjares que ofrece el nuevo número de la revista, se hace difícil elegir uno
como tema de comentario. Opto, en cualquier caso, por el que me cae más próximo:
aquel que lleva mi firma (1).
Se trata de un proyecto
que he llevado en la cabeza durante años, para ser preciso a partir de la
lectura de las Cartas desde la cárcel
y de un larguísimo artículo de Giuseppe Fiori sobre el Gramsci “íntimo”. Aquello
tuvo lugar en 1987, con motivo de los homenajes del cincuentenario de la muerte
de Gramsci, que viví por partida doble, en una Festa dell’Unità en Italia y en
la posterior Festa de Treball en Barcelona. Hice mi lectura de los artículos y
de las cartas y, como acostumbro, la acompañé con algunos subrayados y notas de
referencia. Ahora que hemos llegado a los ochenta años de la conmemoración, me
habría limitado a traducir el excelente artículo de Fiori, de haber tenido este
unas dimensiones más reducidas. Como la cosa era bastante ingente, se me ocurrió
una opción alternativa: tomar la sustancia del Fiori y complementarla con citas
de otras cartas gramscianas que añadían retazos de humanidad concreta a su
relato.
Dicho y hecho. He
dejado la palabra al propio Antonio, o Nino, y he reducido mi propia participación
a una especie de alambre fino cuya misión es sujetar en su lugar las distintas
piezas traídas a colación. No se trata en rigor, entonces, de un trabajo
biográfico, sino de un “retrato” un poco impresionista, o puntillista, a partir
de una pequeña antología de fragmentos del propio autor que evidencian el despliegue
de una personalidad muy marcada e interesante, limitado a algunas de las facetas que
corresponden al ámbito privado de su existencia (solo se hacen algunas
referencias indispensables a su dimensión pública).
El resultado, ahí está.
Encuentro particularmente apropiada la ilustración que acompaña al artículo, debida a Carme Masià:
una rama con botones en flor, en un recipiente escueto de cristal, con una pared encalada de fondo. Una a modo de
ofrenda floral sin pretensiones. Antonio Gramsci, eso está claro, se merece
mucho más.