La justicia
alemana, tal vez vestida con blusa de lunares, se ha empeñado en hacerle una
letizia a los jueces españoles, y por extensión a los entusiastas ministros
Zoido y Catalá, a los que hemos visto escasos días atrás coreando a voz en
cuello “El novio de la muerte” en una procesión religiosa armada que desfilaba,
intimidadora, por el centro de Málaga.
La justicia alemana
es una sosa y una antipática. Eme Punto Rajoy ha manifestado su máximo respeto
por el veredicto, pero solo porque no está a su alcance ninguna forma humana de
no respetarlo. Puchi está varado de momento en un lugar inaccesible para la
Brigada Acorazada Aranzadi, el Schleswig-Holstein lo llaman, lugar incógnito del que lo
único que se sabe es que cae muy lejos de Pontevedra.
─ ¿Cómo de lejos,
como Mondoñedo?
─ Mucho más, no vas
a comparar.
Eme Punto ha
resaltado el dato incontrovertible de que el juez no es español. Le ha faltado
añadir que, de haber sido español, se iba a enterar deprisita de lo que vale un
peine. De haber sido catalán, más aún. Se le habría caído el pelo. El ex major Trapero ha sido procesado por la
jueza Lamela, de la Audiencia Nacional, por un delito de sedición, ahí va que
bufa. Aquí no somos de arreglar los estropicios con cataplasmas ni medias
tintas.
Podría acompañar a
Trapero en la trena, aunque no con una gran probabilidad, la presidenta de la
Comunidad de Madrid Cristina Cifuentes, culpable de hermosear su currículo de
triunfadora con algunas firmas falsas que atestiguaban la presentación y
calificación académica de un trabajo que es incapaz de enseñar al presente dado
que lo tiene metido en alguna caja de las que aún no ha abierto desde su última
mudanza.
Trapero ha sido
destituido. Puigdemont se inhibe (a medias) y ha vuelto a designar a Jordi
Sánchez como su sucesor en la Gene a todos los efectos virtuales. Cifuentes no
dimite, ni es destituida, ni tampoco todo lo contrario. A la espera de una
moción de censura inminente, ella flota ingrávida en el limbo particular de las
rubias platino, una especie de burbuja de colores sin contacto ninguno con la
realidad exterior.
Más le habría
valido hacer una escapada a Málaga esta semana santa pasada. El Cristo de la
Buena Muerte tiene mucha mano en milagros tales como hacer aparecer
oportunamente exámenes extraviados. Sobre todo si la petición de la gracia se
acompaña cantándole con mucha convicción y buenos pulmones: “Soy la rubia a
quien la suerte / hirió con zarpa de fiera…”