miércoles, 23 de febrero de 2022

A PROPÓSITO DE OTRA COSA

 


Los chicos de ahora mismo en el PP (fuente, El País).

 

«Entiendo la política como el respeto a los adversarios y la entrega a los compañeros.» Tal ha sido la despedida en el Congreso de un líder político que no dejará huella; tal ha sido su última posverdad, porque, en toda su trayectoria parabólica, una constante ha sido la falta repetida al respeto a sus adversarios, y los rifirrafes y las pequeñas emboscadas a sus compañeros. La última, tendente a convertir a una colega trumpista en chivo expiatorio, le ha resultado mortal de necesidad.

Una cosa es el relato y otra el tema de fondo, sin embargo. Nos presentan la historia como un pulso entre Casado y Ayuso, con el primero derrotado y la segunda vencedora. Pero más cierto es que los derrotados son los dos. El Congreso extraordinario del PP cambiará el rumbo de colisión que entre ambos venían marcando, y lo reconducirá hacia carriles más congruentes con los objetivos de toda la vida de la gran derecha. Se impone la realpolitik, y es lo que va a representar el no menos corrupto Feijoo en esta encrucijada. Mañueco habrá de resituar sus ambiciones, Vox volverá (previsiblemente) a quedar confinada en su territorio comanche, y el tema Ayuso se resolverá con discreción de curia vaticana. Se encontrará una solución al desvarío, pero será a medio plazo y de amagatotis. A MAR no le quedan más palomas por sacar de su galera de mago, y la lideresa habrá de acostumbrarse a achantar la mú de cuando en cuando, como solución más conveniente para que la Fiscalía no se acuerde de pronto de los beneficios irregulares concedidos a su hermano.

El tema de fondo en este sainete no es la corrupción; no lo ha sido nunca, todo ha venido a propósito de otra cosa. La causa del desastre ha sido el anhelo monclovita aquí y ahora, a cualquier precio, de unos políticos mal asentados y convencidos de que en una situación así más valía salto de mata que ruegos de hombres buenos. Casado nunca ha intentado leer correctamente el contexto; Ayuso, tampoco. Lo que les ha matado a los dos no ha sido su rifirrafe ante las cámaras con todos los micrófonos abiertos; sino precisamente el contexto.

Es decir, el poscovid, Ucrania, el Grupo Popular europeo y sus advertencias repetidas, los ratings internacionales de calidad democrática, el abrazo desesperado de la derecha corrupta a un Poder judicial caducado que está asimismo en el columpio.

Y la necesidad imperiosa de un giro en la economía apuntando a una mayor calidad, remuneración y humanización del trabajo, a fin de conjugar progreso y bienestar. Algo que ha entendido una parte del empresariado (otra no), y que no acaba de entender una parte del proletariado que todo lo reduce a una cuestión de trincheras.

La situación no va a mejorar en lo sustancial después del Congreso extraordinario del PP, mejor no hacerse ilusiones. Pero entramos en una etapa distinta, y el Gobierno de progreso sigue en cabeza en la regata, después de doblar una nueva boya. No todo está yendo a pedir de boca, pero el único remedio posible es mantener el rumbo del balandro con una mano firme, y tentarse la ropa con la otra, la que queda libre.