jueves, 3 de febrero de 2022

EL "TRÁGALA" Y EL TRUEQUE

  


Vista aérea de Anavatos, una ciudad fantasma, abandonada por sus habitantes, en la isla de Quíos.

 

Lean este análisis como un ejercicio ocioso de pura especulación. Ni suscribo ni ratifico nada de lo que a continuación se dice, antes bien, utilizo en todos los párrafos, a conciencia, el modo subjuntivo para que nadie se llame a engaño. Están advertidos.

 

Acostumbrada durante decenios a entregar religiosamente la cuchara al pujolismo, Esquerra parecería haber perdido la brújula ahora que su referente se ha roto en añicos irreconciliables. Le quedaría, eso sí, de su atrezzo tradicional, el viejo antagonismo con el PSC, y con él la costumbre inveterada de colocarse siempre, aplicadamente, en el ángulo del cuadrilátero opuesto al que ocupen los socialistas. Seguramente esa sería la razón principal del “No” a la convalidación de la reforma laboral, un tema en el que tenía grandes opciones de asentar su posición preeminente en el gobierno de la autonomía y contribuir al relanzamiento de la economía catalana, barriendo debajo de la alfombra ilusiones de independencia que no son más que eso, ilusiones perdidas, hojas ¡ay! desprendidas del árbol del corazón.

Ha dicho Rufián que no pasan por el “trágala”. Quizá se haya descontado de reforma laboral (ha habido muchas) y estaría pensando en la de Rajoy, sustanciada sin consenso, sin debate y por rodillo parlamentario. Aquella reforma que nos tragamos todos en su momento es la que resurgiría intacta en el caso de que una mayoría parlamentaria votara “No” a la nueva normativa. Con lo cual las tragaderas de Rufián y su ERC competirían históricamente con las de Gargantúa: no quieres trágala, dos tazas.

Tal vez exista una buena dosis de postureo en la decisión de ERC. Si la reforma ganara (por los pelos, también el PNV ha vislumbrado una ocasión adecuada para ponerse de perfil), nada se habría perdido, y ellos mantendrían su aval de intransigencia frente a los “colonos”. Este razonamiento, sin embargo, está viciado de origen. ERC no tiene plan de gobierno para Cataluña, la parálisis se acentúa, el mando estresa demasiado al joven Aragonés, los dedos se le hacen huéspedes, y crece la nostalgia de un “mandato” de nación explícito que facilite la huida hacia adelante como en el año 2017.

De ser así las cosas, ERC se estaría dedicando ahora a elevar apresuradamente un muro de contención contra el asalto socialista, y preparándose simultáneamente, ya, para una futura ceremonia solemne de entrega en bandeja de plata de la llave de la fortaleza al sucesor ungido de Jordi Pujol, cuando advenga o adviniere la segunda parusía.

La operación se realizaría por consenso entre las partes mediante el expediente de un trueque bíblico, adecuado dadas las solemnísimas circunstancias: se cedería el governet a cambio de un plato de lentejas.