viernes, 4 de febrero de 2022

EL PUCHERAZO, CAPÍTULO PRIMERO

 


Juegos de magia parlamentaria para adolescentes políticos con problemas de acné. La girafa oculta, foto de Stephan Le Roux.

 

Final feliz, después de varios inverosímiles giros de guion, ayer tarde en el Cinema Paradiso de los Diputados. El Abrazavacas y el Escupehuesos montaron a la chita callando un nuevo tamayazo, que habría sido el tercero después de los de Madrid y Murcia. Los dos tamayitos de la UPN afirman a posteriori que a ellos nadie les había dado instrucciones de nada y actuaron en conciencia, olvidando entre las azucenas el dato de que la víspera misma habían declarado que acatarían la decisión de su partido por más que íntimamente estaban en desacuerdo. El hombre que decidió por error la remontada gubernamental, un señor de Cáceres, alega un fallo telemático que nunca existió para salvar la cara (la cara dura) ante sus amos. A Gabriel Rufián se le ha quedado fija para siempre la cara de idiota que con tanto ahínco había ensayado durante el rodaje de la película. Quiero expresar, para finalizar, mi respeto y agradecimiento a los dos representantes del PDeCAT, que fueron capaces de “guardar en su puesto la cabeza tranquila, cuando todo a su lado era cabeza perdida”, según la versión que leí de pequeño de los versos de Kipling. Fueron decisivos para el resultado en definitiva, a salvo de lo que decida en su momento el Tribunal Constitucional, si prospera el recurso anunciado in extremis por el Abrazavacas. Aguardo con expectación, y no diré que con regocijo, el posible fallo del chirimbolo metajurídico liderado por el señor Lesmes, el único comparsa que faltaba para la mayor brillantez de los festejos. Puestos a hacer el payaso delante del concierto de las naciones, como si no hubiera corresponsales de prensa pendientes de informar al mundo de lo que está ocurriendo en el fondo de este agujero negro de la democracia, la contribución del señor Lesmes y su banda del empastre podría ser el clou definitivo del show.

Otros mal acreditados malabaristas de la prensa de aquí, entre los que señalo en particular a Josep Cuní, a quien tuve el disgusto de escuchar ayer y hoy por la mañana, siguen afirmando que quien gana en este envite de la reforma es la patronal, que los sindicatos se han tragado el sapo, y que el tropiezo en el camino del Foro en estos idus de febrero afectará gravemente a la carrera política de Yolanda superstar. Como si la señora Díaz fuera una carrerista; como si el ansia de protagonismo fuera el motor decisivo de la reforma que ella ha contribuido a impulsar y formatear durante meses, en compañía de muchas/os otras/os.

Oigan, ya lo dijo don Ramón de Campoamor: todo es según el color del cristal con que se mira.