Homenaje a Luis Romero Huertas. Así lo recordamos muchos:
en el uso de la palabra, tranquilo, cercano, bien respaldado por el logo de las
Comisiones Obreras de Catalunya. (A su lado Romà Torrent, dirigente de la Construcción y durante muchos años de la UL de Barcelona)
Fernández-Mañueco gobernará en Castilla y León
en coalición con Vox, que también presidirá las Cortes. Era la solución elegida
en principio; más aún, la solución deseada íntimamente, a fin de crear una
mayoría imparable capaz de volver del revés como un guante el Congreso de los
Diputados de Madrid. Las etapas sucesivas de ese viaje gratis a la ultraderecha
2.0 eran Madrid, Murcia, Andalucía (etapa aplazada por dificultades de
logística), Castilla y León, y lo demás caería como fruta madura.
Fue la solución deseada, he dicho antes; ya no lo es. El nuevo hombre fuerte del PP, gallego como impone una tradición
arraigada, dice ahora que él no quería, y echa la culpa del desaguisado a
Sánchez. Sánchez y su cercanía non sancta al comunista Putin, según cantinela
novedosa porque hasta hace cuatro días mal contados Putin era un punto fuerte,
un tronco legal a más no poder que iba a darles medicina de la buena a los
comunistas reales: Biden, Scholz, Otegi, Aragonés y… Sánchez.
La operación FraCasado se ha resuelto en el
seno del PP en un caleidoscopio curioso. Ha sido necesario un giro de ciento
ochenta grados en la escena geopolítica, pero la inercia era tanta que al final
se ha dado el giro completo y se ha vuelto a la misma situación de partida. Se exigió
colaboración a Sánchez para orillar a Vox, y Sánchez puso condiciones que no gustaron en Génova. ¿Qué podía
hacer entonces un as de triunfo en la manga del PP, como dicen que es Feijoo,
si resultaban más baratas las condiciones impuestas por Vox? La nueva esperanza blanca de la derecha ha tirado de
manual y allí ha encontrado las recias consignas de siempre, avaladas por una
tradición secular: sostenella y no enmendalla por un lado, y en tiempos de
tribulación no hacer mudanza, por otro.
Feijoo se ha atenido al libro. Eso quiere decir
que Mañueco cargará en su mandato con todo el equipo de Vox, y en Europa doña
Ursula Wonder hará el mismo caso al nuevo muñidor que al Fra Casado.
A despecho de su vocación de centralidad, el PP
seguirá arrinconado en la margen derecha de la corriente geopolítica; un poco
más lejos que antes, incluso.
De la OTAN podemos pensar lo que queramos, pero
es claro que sus responsables no están descontentos de la prestación del “comunista”
Sánchez y de su ministra Robles, la más otaniana de la plantilla gubernamental.
Del empresariado nos llegan todos los días
muestras de realismo político: va entrando por el aro de la nueva reforma laboral
lo más granado del plantel, y solo remolonea el pelotón de los torpes.
La Santa Iglesia de los Apóstoles y los
Mártires está sufriendo una situación tan embarazosa, debido a su mala cabeza o
a su mala qué sé yo qué, que necesita como mínimo un tiempo muerto bien
aprovechado antes de lanzarse de nuevo a la remontada en el marcador mediante
el recurso a la heroica.
Y finalmente, en lo que respecta al Trono, el
Emérito, que andaba con ganas de volver a sus zascandileos consabidos, ha visto
detenida la maniobra por una carta de la Casa Real en la que venía ya
prerredactada su decisión irrevocable de quedarse en Abu Dhabi hasta nueva
orden. No hay castigo judicial, gracias a la venda que la Fiscalía se ha
colocado en los ojos; pero sí una advertencia imperiosa del Sexto, al estilo de Cristo con
la Magdalena: «Noli me tangere!»
Castilla y León se marchitará poco a poco en su
posición marginal. El grave error de voto (“Los de Vox son los únicos que nos
defienden”, decían algunos, con toda la sensatez que puede caber en un pollo sin cabeza) la
condena a circular a remolque en el nuevo ciclo económico, marcado ─ahora más
si cabe─ por la puesta a punto de equipamientos energéticos “limpios”, la
digitalización y el trabajo decente y con perspectiva de futuro. Lo que se les
ofrece a cambio es la derogación en su autonomía de la violencia de género y la
memoria histórica, más la reivindicación de la caza, los toros y las macrogranjas.
No es mucho.
Y mientras Madrid prosigue el arco descendente
de su parábola, y Andalucía afronta de nuevo su destino, con más datos y más
fiables que los de hace tan solo unos meses, Feijoo va a descubrir que, “por
culpa de Sánchez”, la única posición que le deja libre su vinculación a la
ultraderecha es, paradójicamente, la posición del cero a la izquierda.